sábado, 26 de octubre de 2013

No estoy de acuerdo con mis palabras

         Está siendo muy comentada en las redes sociales una intervención reciente de la presentadora Carmen Baños, ex Antena 3 y ex compañera mía en 7RM, que ahora trabaja en Intereconomía. Y es que hace un par de días, Carmen tuvo que leer para su cadena una entradilla referente a la huelga general en Educación.
         El texto dice, más o menos: Algunos dirán que la huelga no está politizada, pero hemos recorrido la manifestación y hemos visto profusión de banderas republicanas. A renglón seguido aparecen las primeras imágenes, comienza la voz en off del periodista que locutó la noticia... y de repente se escucha de fondo la voz de Carmen diciendo que no está de acuerdo en absoluto con la entradilla que le han hecho leer.
         Este episodio va más allá del despiste de la presentadora al hablar con el micrófono abierto; entraríamos en la deontología. ¿Tiene derecho un medio de comunicación a exigirte que transmitas una noticia con la que no estás de acuerdo?
         Pienso que hay un término medio. Cada medio de comunicación tiene su línea editorial. Cualquier periodista que maneje una web de actualidad decidirá a diario qué es lo que publica y lo que no.
         Cuando entras en un medio debes ceñirte a su línea editorial; si tienes un mínimo de profesionalidad, jamás entrarás en un medio que te parezca marrullero, igual que un camarero profesional no entraría a trabajar en un night club sabiendo que las chicas están ahí obligadas.
         En casos como el que nos ocupa, creo que un presentador, antes de leer una entradilla con la que no está de acuerdo en absoluto, debe tratar de negociar el texto con el editor. No sé si Carmen lo intentó y no lo consiguió, o si le presentaron el texto a última hora y no tuvo tiempo para reaccionar.
         - En vez de decir Dirán que la huelga no está politizada, pero hemos visto banderas republicanas, podríamos decir La presencia de tanta bandera republicana hace que más de uno se plantee que la huelga está politizada. Así nosotros no damos por sentado que la huelga está politizada.
         Puede que el editor acepte ese matiz con el que el presentador salva la cara, o puede que responda: Es que precisamente nosotros, los editores, consideramos que sí está politizada.
         Y entonces... ¿qué?
         Vamos a darle una vuelta de tuerca.
         Ya no se trata de que te obliguen a expresar una opinión que no es la tuya; vamos al terreno de los datos. Imagínate que eres el presentador y media hora antes del informativo se presenta el editor y te dice:
         - La delegación del Gobierno dice que ha habido 90.000 manifestantes, pero a esta basura revolucionaria hay que darle perfil bajo; así que nosotros vamos a decir que no han pasado de 10.000.
         ¿Y ahora, qué?
         Por triste que parezca, al presentador sólo le quedan dos salidas:
         - Pasar por el aro: asumir que está mintiendo a los espectadores porque necesita la pasta... y tener la inteligencia de mirar bien el micrófono para que, al menos, la mentira le compense económicamente.
         - Negarse. Y, seguramente, irse al paro.

         Si queremos que la prensa libre sea algo que va más allá de los redaños de cada periodista, deberíamos tener una legislación laboral que protegiera de verdad al trabajador. Que no pudiera llegar el dueño de la tele y decir: Esta presentadora, a la puta calle por negarse a leer mis mentiras. Hoy en día es muy fácil: planteas un despido improcedente, le sueltas 3.000 € al periodista díscolo, y andando. Y todos los demás, advertidos.
         Imaginaos unas leyes que defendieran de verdad al trabajador. Contratos fijos, blindados. Que sólo se pudiera despedir al periodista cuando la lía de verdad, por ejemplo llegando tarde por sistema o metiendo la pata gravemente. Los periodistas serían más libres para transmitir sus análisis, siempre respetando la línea editorial de la empresa para la que trabajan. Y los ciudadanos, en general, recibirían una información de mayor calidad.

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