Los
periodistas estamos en contacto, de manera permanente, con los sucesos
desagradables; son parte de nuestra vida profesional, y quizás por ello nos
aproximamos a la tragedia con una doble visión: por un lado, como ciudadanos,
lamentamos que haya un accidente con 15 fallecidos. Por el otro, como
profesionales de la información, nos emociona estar delante de una noticia más
difícil e importante que las habituales.
Yo
a veces comparo esta doble actitud -pena como ciudadanos, euforia como
periodistas- con un oncólogo en presencia de un tumor especialmente raro. Por
un lado lo sentiría en el alma al ver que su paciente lo tiene muy difícil; por
el otro se frotaría las manos diciendo: ¡Vaya
pieza!
Un
año después de los terremotos de Lorca entrevisté a algunos de los médicos que dirigieron
aquella tarde la evacuación del hospital Rafael Méndez. El edificio resultó tan
dañado que hubo que desalojarlo por completo, incluyendo áreas tan sensibles
como la UCI y las incubadoras. En un momento dado, mientras nos explicaba la
complejidad de la evacuación, a uno de los médicos se le escapó una sonrisa de
satisfacción. El hombre estaba disfrutando con el recuerdo de aquel reto al que
tuvo que hacer frente.
Es
lo que nos pasa a los periodistas. Estás temblando por la magnitud del
accidente, pero al mismo tiempo estás ansioso por sacar ese pedazo de noticia
que el Destino te ha puesto delante. Ni siquiera lo haces por lucirte: lo haces
porque es una noticia de primera división y la tienes que divulgar.
En
octubre de 2013 falleció la ex piloto española de Fórmula 1 María de Villota.
Una chica joven, que luchó por abrirse paso en un mundo en el que sólo había
hombres, y que cuando estaba tocando el éxito perdió un ojo en un accidente en
un circuito y se tuvo que retirar. María trató de seguir adelante hasta que, un
año después del accidente, las múltiples lesiones que había sufrido acabaron con
su vida.
El
día de su muerte, RTVE Botón Rojo -un servicio de información instantáneo, a
través de las redes sociales, dependiente de Radio Televisión Española-,
publicó el siguiente tuit:
@RTVEBotonRojo
¿Quieres la última hora sobre María de Villota? Pulsa el
botón verde del mando tras activar el botón rojo.
El
servicio informativo incluía un link, que al activarse daba paso a una foto de
la deportista y el siguiente titular: La
piloto de automovilismo María de Villota, hallada muerta en un hotel de
Sevilla.
Inmediatamente,
los tuiteros empezaron a acusar a RTVE de morbo; de no tener vergüenza al
utilizar una muerte tan trágica como reclamo para captar clientes.
-
Me parece de bastante mal gusto que utilicen ese reclamo, la verdad.
- Yo les doy "unfollow" directo. Vaya falta de
tacto y qué forma más patética de intentar ganar seguidores.
- ¿Os parece bonito lo que hacéis en este twet?
- Promocionemos nuestro servicio a costa de la muerte de
una persona, total, si otros lo hacen nosotros también.
Los
responsables de las redes sociales de RTVE Botón Rojo se dieron cuenta de que
habían metido la pata, y se disculparon de inmediato: respondieron a cada uno
de los tuiteros que les habían afeado su conducta, y lograron ganarse aun a los
más exaltados:
-
Ejemplo del asqueroso morbo televisivo matutino marujón. Y todo por la puta
audiencia.
- Tienes razón en que el tuit no ha sido afortunado. No
era nuestra intención usar el morbo para ganar audiencia. Lo sentimos.
- Disculpas aceptadas, todos somos humanos. Un saludo.
Además
redactaron una serie de tuits disculpándose ante todos:
@RTVEBotonRojo
Pedimos disculpas por el tuit sobre la información en Botón
Rojo de María de Villota. Ha sido desafortunado. No era nuestra intención ser
morbosos o aprovechar una desgracia para hacer audiencia, sino recordar que hay
información de última hora, sea esta trágica o alegre. Todo nuestro cariño para
la familia y amigos de la deportista.
Con
esta disculpa la polémica se dio por zanjada; incluso algunos tuiteros felicitaron
a los de Botón Rojo por haberse dado cuenta de que habían hecho daño a la
audiencia.
Los
periodistas estamos tan cerca del dolor que acabamos acostumbrados a ello;
reaccionamos con distancia, incluso con cinismo, quizás como sistema de
defensa. Si empatizas demasiado con las víctimas acabas volviéndote loco; pero
un periodista necesita la empatía para trabajar. Y no siempre es fácil mantener
un equilibrio.
Muy bueno. Cuán cierto es lo que dices.
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