lunes, 22 de agosto de 2016

Miguel Caturla: un Hombre Digno

         Hoy en Guadaldía News estamos de luto. Hemos pasado un mes muy triste. El mes pasado despedimos a Ángela Ruiz, maestra de periodistas, mujer luchadora, ejemplo de igualdad. Hace tres semanas se fue mi amigo del alma José Vicente Gosálbez, "Vicente Botones", un hombre honesto, luchador de causas justas. Y el sábado despedimos a don Miguel Caturla, una persona entrañable, justa, lúcida y buena.


         No soy nadie para hablaros de don Miguel, porque lo va a hacer enseguida su hijo, mi buen amigo, también Miguel Caturla. Y aunque no viváis en San Juan y no hayáis tenido la fortuna de conocerlos, enseguida vais a ver qué clase de hombre fue el padre... y qué profundidad moral tiene el hijo.
         Siempre juntos, siempre cuidando el uno del otro. Un hijo aprendiendo de un padre; un padre velando por el hijo.
         Ojalá mi propio hijo se preocupe de mí, cuando llegue el momento, la mitad de bien que lo ha hecho Miguel.
         Ojalá yo llegue a ser un padre la mitad de bueno que lo ha sido don Miguel.
         Así se despide a un padre. Así veréis cómo era el padre, así veréis cómo es mi amigo Miguel. Vaya este homenaje a don Miguel Caturla Planelles, de la mano de don Miguel Caturla Martínez. Unas palabras que le he robado de su muro de Facebook porque me apetece rendirle homenaje al padre, y de qué mejor manera que transmitiendo las palabras de quien fue su mejor amigo, un amigo de su propia sangre.


         Siempre tendrás a tu lado la mano firme de tu padre. El veterano se merecía reposar por fin; siéntete agradecido por haberle tenido contigo... reconfortado por el inmenso cariño y la compañía que le has hecho. Jamás te he escuchado una palabra de impaciencia por tener que "perder" una mañana acompañando al anciano. Jamás he visto otra cosa más que orgullo, compañerismo y un tremendo amor hacia tu padre. Un amor más que correspondido, porque al hombre se le salía el corazón del pecho al verte y tenerte a tu lado.
         Queda pendiente esa copa de vino, que me voy a tomar sin dudarlo aunque hace cerca de diez años que no pruebo el alcohol. Qué mejor ocasión que rendir homenaje a un gran hombre, y al gran hombre que ese Hombre Digno engendró.
         DEP Don Miguel. Y gracias, Miguel, por tu ejemplo.



Miguel Caturla Planelles, padre y amigo

         El pasado sábado a las cuatro de la tarde mi querido padre, mi maestro, mi gran y mejor amigo al que orgulloso os presenté en ocasiones, decidió que ya era hora de irse a pasear por la eternidad del brazo del amor de su vida, y poder volver a dormir con ella. 

Su amada Asunción ya hacía un tiempo que venía reclamándolo. En realidad la entiendo perfectamente pues después de haber estado toda la vida juntos, llevar seis años paseando sola debió de ser insoportable. Yo sólo llevo un par de tardes y ya noto el inmenso dolor de su ausencia como si me hubiesen robado todo.


         Siempre fue arrebatadora su presencia. El mayor seductor que conocí nunca.
         Se fué en paz, mirándole con valentía fijamente a la muerte y sin temerla; sabiendo que había cumplido su trabajo de cuidar, enseñar, guiar, formar, educar y comprender a los suyos con la nota más alta. Tuvo una "buena muerte" rodeado de sus tres hijos; habiéndose despedido conscientemente de toda su familia; dándonos cariño, consejos, sonrisas, gestos. Dándonos paz y alegría cuando teníamos dolor. Dándonos la lección de cómo hay que irse.
         Qué gran sonrisa tenía.
         Miguel era un hombre bueno. Ciertamente nunca descubrió una vacuna que curara algo importante, ni consiguió evitar una guerra; pero para todas y cada una de las personas que le saludaban en su banquito de la rambla de San Juan tenía un guiño atrevido y risueño, un refrán, un consejo amable, un poema, una palabra que te alegraba el día, un piropo, un beso. Nunca le conocí un enemigo o alguien a quien odiara.
         Era un gran hombre. Un simple, honesto y pequeño gran hombre.
         Pero lo más importante no es contaros cómo murió; ni siquiera cómo era.... lo más importante es contaros para poder aprender de él cómo vivió. 
         Vivió disfrutando de forma sencilla y sin aspavientos de cada uno de los pequeños momentos importantes de su vida; relativizando tanto las victorias como las derrotas. Disfrutando de la unidad de su familia y de cada uno de los suyos, pues siempre dijo que la familia era lo más importante; disfrutó de su pasión por su campo, de su trabajo en el camión, y de los recuerdos de sus años marineros surcando las costas de Larache, Casablanca y las Canarias. 
         Era un hombre apasionado.
         Le encantaban las tertulias y largas conversaciones familiares y con sus amigos; y disfrutó su fe católica pues para él era su referencia.
         Y le encantaba tomarse vinos conmigo. Cada vez que lo hacíamos levantábamos la copa y brindábamos con un simple chin mirándonos.
         Hoy quiero pediros a los que lo conocisteis; a los que fuisteis sus amigos; a los que con él alguna vez coincidisteis, a los que sin conocerlo también supisteis de él por mis comentarios; que cuando tengáis la primera ocasión..... levantéis una copa de vino y brindéis por el honor de haber conocido, o simplemente haber tenido la referencia de esta gran persona que se nos ha ido.
         Era de esas personas y gracias a Dios no es la única, por las que vale la pena vivir aunque sólo sea por conocerlas y compartir algo con ellas; y no lo digo como hijo... Lo digo como el que ha sido su además de hijo; su amigo.
         Buen viaje Papá..; buen viaje amigo; en mí siempre vas a estar y para siempre llevaré conmigo la última frase que salió de tu boca como mi mayor tesoro.... "Miguel; te quiero muchísimo".
         Gracias por todo Gran Amigo. 

         Y siento haberos incordiado de nuevo con mi presencia, pero necesitaba honrarlo.... necesitaba que supierais quién y cómo era Miguel Caturla Planelles.

  

Es difícil censarse en Lorca

         Esta mañana he querido empadronarme en Lorca; llevo aquí más de 9 años, alternando mi residencia con otra de Alicante, pero hace tiempo cambié el censo a dicha provincia porque me era más fácil para casarme -el Registro Civil de Lorca me puso todas las trabas del mundo, incluyendo una huelga indefinida-.
         Sabía de antemano que iba a ser difícil empadronarme porque ya conocía la trayectoria de la Oficina de Estadística, pero así y todo he querido intentarlo. De manera que he hecho una hora y media de cola en la calle -la cita previa es un lujo que no siempre se encuentra- y he aportado:

-DNI
-Contrato de alquiler de mi piso a nombre de mi mujer
-Libro de Familia donde consta mi matrimonio

      El funcionario me ha expuesto que el contrato de alquiler no me vale para demostrar dónde vivo porque es de 2008 y caducan a los cinco años. Le he dicho que se renueva de manera automática si ninguna de las partes lo denuncia con un mes de antelación, según el propio contrato, pero no; me ha pedido que redacte un nuevo contrato y que aporte el original del DNI de mi casero.

     Como sabía que a la primera no iba a ser posible he vaciado en su ventanilla media docena de documentos, todos ellos recientes:

-Varias cartas remitidas por el Alcalde de Lorca a mi nombre y a esa dirección
-íd. del Ayto. de Águilas
-íd. del Ayto. de Totana
-íd. de la Policía Local de Águilas
-íd. del Instituto Nac. de la Seguridad Social
-íd. de la Agencia Tributaria
-íd. del Ministerio del Interior
-íd. de la SEPOR
-íd. de un sindicato
-íd. de una asociación profesional

...pues ni con todo esto he conseguido convencer al funcionario de la Oficina de Estadística de Lorca de que resido en esta dirección.

      No lo entiendo. O sí. En el fondo el mundo se reduce a dos clases de profesionales: los que resuelven problemas y los que pasan de todo. Y a esta persona le ha importado poco el trastorno. Llama a tu casero, pídele redactar un nuevo contrato y pídele además que te preste su DNI. Para que un señor se convenza de que sí, que estás viviendo ahí.


      Me estoy planteando presentarle una queja al Ayuntamiento, pero me temo que no servirá de mucho: esta clase de funcionarios robotizados se limitan a ampararse en la letra de la ley; porque para ellos detrás de la ventanilla no hay ciudadanos con problemas sino números de turno. En fin. No esperaba nada de la Oficina de Estadística, y no me he llevado nada. Ni siquiera un berrinche.

martes, 16 de agosto de 2016

Notamos un Flash (I.3.10)



Parte I. Capítulo 3 (fragmento)

10

            Se bajó del mostrador, estremeciéndose al pisar sin querer la mano rígida y helada de uno de los camareros. Los Celtas Cortos habían dado paso a Sting. Era una mezcla de estilos algo cogida por los pelos, pero seguramente Javi Nieves también había tenido un día duro. I don't drink coffee, I take tea, my dear, decía la radio mientras el Pajas se agachaba aquí y allá y hurgaba en los bolsillos de los muertos, buscando algún paquete de tabaco. Encontró una cajetilla de Winston y se fue hacia la salida con el whisky y el tabaco, pero en el último momento retrocedió para llevarse también la radio.
El aparato crepitó y se llenó de interferencias mientras salía del local, pero volvió a tranquilizarse cuando se vio encima de una de las mesas del exterior. Uno de los clientes de la terraza –un hombre muy joven con traje, corbata y una camisa blanca lamentablemente arruinada por un cuajo de sangre– había dejado su chaqueta plegada encima de una silla. El Pajas la usó como toalla para secar la humedad de su propia silla. Se sentó mirando al frente, consciente de que la música le convertía en un blanco fácil; pero a plena luz del día, y con el martillo bien a la vista, suponía que los asaltantes se lo pensarían dos veces. A menos que estuvieran armados, reflexionó. O que se hubieran vuelto locos.
Tras unos instantes de duda se encogió de hombros y sonrió con fiereza. Si no veía clara la defensa, siempre le quedaba echar a correr. Al fin y al cabo, no podía pasarse toda la vida encerrado como un conejo en una madriguera.
Dio un primer trago de whisky, poniéndose mentalmente el límite en cinco o seis, y se relajó escuchando la música, fingiendo que a su alrededor no había pasado nada; que él era simplemente un millonario disfrutando de una mañana de otoño, tomándose un buen vaso de whisky mientras las acciones de sus empresas le llenaban la cuenta corriente del banco.
Sting dio paso a Another day in Paradise. Muy apropiado, pensó mientras se acomodaba en la silla y observaba el tráfico petrificado a unos metros de la terraza de la cafetería. Aquél había sido el cruce entre dos avenidas, y el marasmo de coches apretujados unos contra otros era impresionante. Aquí y allá se apreciaban huellas de incendios, que por suerte la tormenta de la noche anterior había logrado apagar a tiempo. Por un momento pensó qué estaría pasando en Murcia, o en Almería, donde no caía una gota de agua al año. Sin ser consciente de ello, había asumido ya que estaba en presencia de una catástrofe global, sin límites de provincias ni continentes. Suspiró con placidez, sintiendo el calor del whisky al bajar por su garganta, y se dejó llevar unos instantes por la música. Estiró las piernas y las colocó sobre la silla de enfrente. Luego encendió un cigarrillo y dejó vagar sus pensamientos.
Pasó Phil Collins, llegó Alphaville. Lo mejor de lo mejor. Con Javi Nieves daba gusto. Decidió esperar a que terminase aquella canción antes de ponerse en marcha. Tenía que volver al juzgado y darle a su madre el último adiós. Debía sacar de allí el cadáver aunque fuera para dejarla en la calle tapada por una sábana. Aquel edificio se había convertido en un pudridero oscuro y macabro y su madre no se merecía estar allí...
De repente sintió un escalofrío de terror. El fin del mundo, aquel pasmo generalizado que los había matado a todos como a chinches, se había producido sólo cinco o diez minutos después de que le sacaran del calabozo. De haberse retrasado su juicio, se habría quedado atrapado en su celda. Bajó los pies de la silla y se incorporó, sintiéndose muy agobiado de repente. Recordó de pronto al individuo que aporreaba la puerta del ascensor, emparedado en mitad del edificio porque se había ido la luz; miró a los edificios vacíos que flanqueaban la avenida y se preguntó en cuántos de ellos habría alguien atrapado.
            Alphaville se extinguió, eternamente joven, y dio paso a Billy Joel. Harry Truman, Doris Day, China Roja, Johnnie Ray... nosotros no empezamos el fuego, decía la canción; pero el fuego acababa de abrirse paso de punta a punta, consumiéndolo todo de un solo flash.
Ya no esperó a una nueva canción. Cogió la radio y empezó a cambiar de emisora, leyendo los nombres que iban apareciendo en la pequeña pantalla de cuarzo y dándoles tres o cuatro segundos antes de zapear. La SER y la COPE estaban muertas y sólo emitían un zumbido siniestro atravesado por las interferencias de alguna tormenta lejana; en Radio 3 se escuchaba una crepitación que podía confundirse, en principio, con alguna de sus melodías de vanguardia. Tampoco había señal en Onda Cero, en Radio Nacional ni en San Froy FM, la cadena local.
En Kiss FM estaba sonando Springsteen; el Pajas no sabía concretar qué canción era, pero aquél era el Boss igual que él era Sergio Andrade de Bahamonde. Aguantó hasta el final de la canción, moviendo las piernas al compás sin darse cuenta. Tras las últimas notas se sucedieron unos segundos de silencio; luego el Boss y la E-Street Band volvieron a cantar la misma canción. Al Pajas se le cayó el alma a los pies; estaba escuchando un programa informático, una grabación. Kiss FM seguiría con el mismo soniquete mientras el grupo electrógeno o los generadores de emergencia siguieran funcionando. Y sin duda le había pasado lo mismo al bueno de Javi Nieves. Estaba escuchando el Plan B de los informáticos, no una emisión de radio a tiempo real.

(...)

11

El locutor parecía ser muy joven, y su voz sonaba cansada y algo nasal, como si estuviera resfriado o a punto de echarse a llorar en cualquier momento; lo cual habría resultado bastante lógico, habida cuenta de las noticias que estaba transmitiendo. La emisión no estaba grabada; cada pocos minutos indicaba la hora oficial –en aquellos momentos, las siete y veinte de la mañana del viernes– para que los posibles radioyentes supieran que Stone FM seguía dando información a tiempo real.
            –Hola de nuevo. Te habla Juan Jiménez, emitiendo desde los estudios centrales de Stone FM, tu radio amiga cerca de ti... aquí, en el corazón de Móstoles y para toda la nación. Seguimos hablando de la crisis mundial que se produjo ayer, minutos antes de las doce del mediodía hora local...
            Juan Jiménez siguió hablando, pero el Pajas se desconectó unos instantes. Las palabras crisis mundial le habían golpeado con fuerza. Una cosa era intuir la realidad y otra que te la pasaran por los morros.
            –...las calles de A Coruña están completamente llenas de muertos. A algunos se los ha llevado la marea y ahora vienen y van... vienen y van... según el vaivén de las olas. Un tuitero de Barcelona puso hace una hora que en la Barceloneta está pasando lo mismo, está todo lleno de gente que flota. Aquí un mensaje de Sheila, operadora de sonido de Stone FM en Barcelona, Stone FM tu radio amiga cerca de ti, nos dice, leo: Nuestros estudios en el Eixample están rodeados por el fuego, han caído varios aviones, uno de ellos en plena Diagonal... ¿será Al Qaeda...?
            Un silencio en la radio. El Pajas miró hacia el cielo, temeroso de que algún avión se pudiera precipitar sobre las avenidas ahora silenciosas de San Froilán. Por suerte para él, aquella ciudad de segundo orden quedaba completamente alejada de las grandes rutas de vuelo que habían convertido otros municipios en ceniza.
            –Otro compañero que nos manda un mensaje por la intranet. Esteban, de Stone FM Algeciras, tu radio... en fin, nos dice Esteban, dice: Estrecho de Gibraltar, colisión en el mar entre dos barcos causa incendio descomunal. Inmensa columna de humo muy negro visible desde muchas millas náuticas. Sin apoyo aéreo de extinción, ni hidroaviones ni helicópteros. Tráfico marítimo en el estrecho interrumpido, no pasan barcos. Densa nube negra se eleva desde el interior del Peñón. Un tercer barco avanza a buena velocidad hacia el naufragio, en dirección salida hacia el Atlántico. Parece ir sin gobierno ni gente en cubierta... Es un ferry de pasajeros con coches. En trayectoria de colisión.
            Nuevo silencio. El Pajas seguía bebiendo whisky y mirando al cielo, repasando las formas de las nubes, aparentemente distraído; como si lo que el locutor estaba diciendo no tuviera nada que ver con él. En realidad estaba luchando por no perder los nervios, obligándose a respirar con tranquilidad y a mantener la mente despejada. Tapó la botella de whisky y, para alejar las tentaciones, la lanzó por encima de la mesa con impaciencia. Cayó sobre el maletín que el ejecutivo muerto en la mesa de al lado había dejado en el suelo.
            En la radio empezó a sonar una música country que tenía muy poco que ver con lo que estaba diciendo el locutor. Hubo una subida brusca del volumen; luego un par de golpes, y por fin la canción desapareció.
            –Os pido disculpas –dijo Juan Jiménez–. No sé qué hostias toqué, que... –su voz sonaba más nerviosa y decididamente nasal, voz de un hombre que se ha encerrado en el cuarto de baño para poder llorar a gusto pero que se ve obligado a salir para atender a una visita–. Es que estoy aquí solo en la emisora. Los demás compañeros han muerto, algunos de ellos están todavía sentados detrás de los controles. Leemos un mensaje en nuestra página de Facebook, nos dice Aroa Constrictor: Avión estrellado, atención, avión estrellado en pleno centro de Segovia. Avión muy grande de Iberia descendió casi en picado e impactó contra el Alcázar. Mucho humo, debe de haber cientos de muertos además de todos los que hay por las calles. El acueducto aguanta bien aunque hay dos personas ahorcadas desde la parte de arriba. Una lleva un letrero pintado que no puedo leer. Yo, escondida escuchando tu conexión. Ánimo... Pues ya lo veis, amigos. Ánimo, nos dicen. Mirad, mi familia ha muerto, mi novia y mis padres, y... en fin –hizo un esfuerzo, que el Pajas alabó, por componer una voz alegre, de profesional–. Otras informaciones nos llegan de otras partes del planeta que ha sido tocado, al parecer, por una tragedia global. Esto no es lo de las Torres Gemelas, esto va más allá de la capa de ozono... Quiero decir... aquí alguien la lió muy parda, y el muy hijo de puta, desde luego, tendrá que pagar por ello... –hubo un silencio mientras Juan Jiménez trataba de rehacerse–. Otras informaciones nos llegan aquí, a los estudios centrales de Stone FM, tu radio amiga cerca de ti... si no te has muerto ya. Leemos las webs internacionales; recordamos que sólo se está actualizando una de cada cien, por eso tenemos que dar información tan fragmentada. En Estados Unidos, el USA Today habla de una pandemia desconocida, una especie de epidemia mundial, y dice que las principales ciudades de América han sido literalmente diezmadas. Cita unas cuantas, entre ellas Los Ángeles, San Diego, San Francisco, Chicago, Houston, Dallas, Boston, Detroit, Portland... aunque no dice si se refiere a Portland Óregon o Portland Maine –rió un chiste que sólo él comprendió y añadió–: y también Berlín, debe de ser que tienen un corresponsal en la zona. Sigue diciendo el USA Today que el río Mississippi está abarrotado de cadáveres flotantes a su paso por Nueva Orleans... de miles de cadáveres en los que los cocodrilos hacen... un gran encarnizamiento... Hay un comentario de un testigo, un americano que se llama Ananías Kerry –estallido de carcajadas, amplificadas por el micro como si se tratase de ráfagas de ametralladora–, que vive en Key Point West y dice que puede ver una inmensa nube de humo proveniente de Nueva York... que cubre el horizonte. Habla de aviones estrellados como el 11-S, pero ahora provenientes de todas direcciones y sin blanco definido. En París... bueno, la web está en francés, vamos a ver... un poco de música y seguimos en Stone FM, tu radio amiga cerca de ti, cuando son las siete horas, cuarenta y tres minutos, del día 23 de octubre. El día después del fin del mundo.
            La voz del locutor fue reemplazada por los acordes melancólicos de una armónica. De nuevo Bruce Springsteen; a todos aquellos cabrones les había dado por lo mismo, pensó el Pajas. Se levantó de la mesa, puso la radio al máximo y se alejó de la cafetería mientras a sus espaldas el Boss empezaba a contar que él venía de la parte baja del valle.


(...)