La autopista de peaje AP-7, Cartagena-Vera, acaba de entrar
en concurso de acreedores -algo similar a declararse en quiebra-, por una resolución del Juzgado
de lo Mercantil nº11 de Madrid, después de unos meses en los que se trató de
negociar con los acreedores el pago de una deuda que se aproxima a los 550
millones de euros. La AP-7 se convierte, de esta manera, en la sexta autopista
de peaje en entrar en quiebra.
Según el ministerio de Fomento, la
Intensidad Media Diaria (IMD) del tráfico en esta autopista no ha superado los
3.300 vehículos desde 2007. En concreto, en 2007 tuvo una IMD de 3.179
vehículos; en 2008 subió un 3'3% (IMD 3.285); en 2009 bajó un 3'4% (IMD 3.174);
en 2010 subió un 3'6% (IMD 3.288) y en 2011 bajó un 4'4% (IMD 3.142).
El último año completo que maneja el
ministerio es 2011; de 2012 sólo tiene publicados los datos entre enero y
octubre, inclusive. Para no aburrir con cifras diré que entre ese período de
2012 y el mismo de 2011 la intensidad del tráfico descendió nada menos que un
7'7%.
La AP-7 ha sido un proyecto que no ha despegado;
que contaba tal vez con el desarrollo mastodóntico de Marina de Cope, y que
ahora, al ver que los jueces echaban hacia atrás este proyecto turístico, ha
supuesto el final para la autopista. El final para sus dueños, porque de ahora
en adelante tendremos que pagarla nosotros con dinero público.
La empresa concesionaria ha sido AUCOSTA, Autopista de la Costa Cálida;
una unión temporal de empresas compuesta por Ploder y FCC.
Según su página web, la concesión
empezó en febrero de 2004 y tenía una duración inicial de 36 años; es decir,
que tenían hasta 2040 para amortizar los gastos. Lo que no tenían era ganas, o
ahorros, para aguantar tanto tiempo.
La AP-7 (sigo manejando sus propios
datos) comunica Andalucía con la Región de Murcia a lo largo de 97'7 km, a los
que hay que sumar los 17'3 de la circunvalación de Cartagena; esto es, un total
de 115 kilómetros. En concreto, comienza en el municipio almeriense de Vera,
sigue por Antas, Cuevas del Almanzora, Pulpí, entra en la Región de Murcia y
pasa por los términos municipales de Águilas, Lorca, Mazarrón, Fuente Álamo y
Cartagena.
Según la web de Aucosta, la ejecución e
inversión han supuesto una inversión de 727 millones de euros. Entre las
infraestructuras está el túnel de la Loma de Bas, con 1.850 metros de longitud
(entre Águilas y Mazarrón), que según ellos es el más largo de la región y en
su día fue considerado el más seguro de toda España.
Yo frecuenté la AP-7, sobre todo cuando
íbamos a grabar a las pedanías lorquinas de Ramonete y Calnegre, o para ir
entre Águilas y Mazarrón. La autopista iba prácticamente vacía; en los últimos
años (2011, 2012) el famoso túnel de Loma de Bas tenía el firme muy irregular,
aunque estaba acabado de hacer, y de hecho fue objeto de unas reformas de
consideración.
Los peajes me parecieron demasiado caros. A modo de
ejemplo, y según las tarifas que indica la propia empresa en su web, recorrerla
entera (Vera-Cartagena Oeste) en horario Punta (desde que amanece hasta pasada
la medianoche) cuesta 13'80 € para un vehículo ligero (motos, coches,
furgonetas) y 23'40 € para un vehículo de la categoría Pesados 2 (camiones,
autocares y coches con remolque, todos con cuatro ejes o más). En horario Valle
(desde medianoche hasta el amanecer) los precios bajaban de manera considerable
(4'70 y 11'85 €, respectivamente).
Es decir, por poner ejemplos más cotidianos, que si
vas con tu familia o con la furgoneta de la empresa desde Águilas hasta Mazarrón,
el peaje te cuesta 4'20 €, y si llevas un remolque -como suelen llevar los
turistas- o un camión grande, te costará 7'15 €. Unos precios que caen si
viajas de madrugada (1'45 y 3'65 €, resp.).
Coger esa autopista sólo tenía sentido si venías o
ibas a Vera; pero la mayoría de los viajes entre la Comunidad Valenciana,
Murcia y Andalucía se hacen por la autovía A-7, que es gratuita y va
prácticamente en paralelo. A su escaso volumen de tráfico se sumó la caída del
viaducto sobre la rambla de Canalejas (entre Pulpí y Cuevas del Almanzora),
como consecuencia de las riadas del pasado 28 de septiembre. Los dos puentes
cayeron pocas horas después de que lo hiciera uno de los puentes de la A-7, lo
que dejó realmente incomunicada Andalucía con Murcia. La autopista tuvo que
cerrar ese tramo por completo entre finales de septiembre y el 25 de enero,
fecha en que se acabó de reconstruir uno de los puentes caídos.
Hemos dicho que la AP-7 ha sido la sexta autopista de
peaje en declararse en quiebra. Según el portal turístico Hosteltur, la primera en caer fue la AP-41 (Madrid-Toledo), que en mayo de 2012 presentó concurso
voluntario de acreedores en un juzgado de la capital del Tajo porque tenía unas
deudas próximas a los 380 millones de euros.
En octubre de 2012, la concesionaria de la AP-36 (Ocaña-La Roda, en Castilla-La
Mancha) también presentó concurso voluntario de acreedores, en su caso por unas
deudas superiores a los 500 millones de euros.
También en octubre de 2012 se declararon en quiebra,
de manera simultánea, las radiales de Madrid R-3 y R-5, ambas administradas
por la misma gente. La R-3 va en paralelo a la autovía A-3 (la carretera de
Valencia) a partir de Arganda, mientras que la R-5 lleva a Madrid desde
Navalcarnero (enlaza con las rutas a Talavera y Extremadura).
Otra de las autopistas de peaje que entró en quiebra
es la radial R-4, que une Madrid con
Ocaña y allí permite enlazar con la AP-36, también en quiebra.
Hosteltur tiene una serie histórica de artículos sobre
las autopistas de peaje en dificultades, que os recomiendo:
http://www.hosteltur.com/131740_autopista-cartagena-vera-concurso-acreedores-deuda-550-m.html
Para que veáis cómo ha bajado el tráfico en las
autopistas de peaje, Hosteltur aporta una serie de datos extraídos de la web
del ministerio de Fomento. Así, en el intervalo comprendido entre la primera
mitad de 2011 y la primera mitad de 2012, el tráfico medio en las autopistas
quebradas se redujo de manera considerable. En concreto, en la AP-41
(Madrid-Toledo) la intensidad del tráfico bajó un 19'1%; en la R-3 (Madrid-Arganda)
bajó un 18'3%; en la R-5 (Madrid-Navalcarnero) bajó un 16'8%; en la AP-36
(Ocaña-La Roda) bajó el mismo porcentaje, 16'8%; en la R-4 (Madrid-Ocaña) descendió
un 15%; y en la AP-7 (Cartagena-Vera) bajó un 7'2%.
A estos datos se suman otros que a mí me parecen
preocupantes, y que me temo que anticipan más malas noticias: porque en este
mismo intervalo, el tráfico en la autopista de peaje R-2 (Madrid-Guadalajara)
descendió un 22'2%, y en la Autopista de Circunvalación de Alicante
(identificada como prolongación de la AP-7, aunque es un proyecto distinto) ha
bajado un 10'5%.
Pienso que detrás de estas quiebras en masa hay dos
factores: en primer lugar, que han sido infraestructuras muy caras. Hacer una
autopista no es barato, y por eso las concesiones son así de largas, para que
dé tiempo a amortizar. Se supone que las empresas concesionarias deberían tener
riñón y ser capaces de aguantar pérdidas durante los primeros años, pensando en
que han emprendido un negocio con vistas a 2040, por lo menos. Quizás hayan
tenido la tentación del pelotazo, el arriesgarlo todo creyendo que esto era
jauja, que en dos, o cinco, o diez años, iban a recuperar su inversión, y les
ha pillado el toro.
En segundo lugar, la crisis. Si subes el IVA, subes
todas las tasas, echas a la gente a la calle... si empobreces al personal, el
personal no tiene dinero. O se queda en casa, o busca los recorridos gratuitos.
Ha llegado un punto en que tomarse un café fuera de casa supone un lujo. Cuanto
más, una autopista radial que te lleva a Madrid, pagando, por el mismo camino
que has hecho toda tu vida gratis. O una Cartagena-Vera que se puede esquivar
yendo por la autovía A-7, aunque tengas que dar más rodeo.
Las autopistas de peaje son un negocio privado
mientras dan beneficios, pero cuando dan pérdidas se convierten en un problema
para todos. Alguien tiene que pagar las expropiaciones. En Murcia, por ejemplo,
la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) ha
convocado una rueda de prensa con carácter de urgencia -de la que os
informaremos aquí en Guadalentín al Día-
para ver qué pasa con los 700 agricultores que fueron expropiados hace años
para hacer la AP-7. La COAG ha recordado que ya en su día se negó a la
autopista, porque supuso la desaparición de centenares de cultivos, sobre todo
en el Campo de Cartagena. Muchas expropiaciones aún no se han pagado, y ahora
que la empresa ha entrado en quiebra se temen que esos pagos aún están en el
aire.
Una autopista de peaje entra en quiebra y se convierte
en una carretera que hay que cuidar; con cabinas de peaje cuyos empleados deben
cobrar su dinero; con personal de vigilancia y mantenimiento, y con todo tipo
de gastos. No puedes poner una valla en Vera y otra en Cartagena y decir: Por aquí, que no pase nadie. Hay que
mantener encendidos los túneles, quitar los matorrales o la carga que se cae de
un volquete...
En resumen, un ejemplo más de la ley del embudo. Se
hicieron infraestructuras de lujo, rutas paralelas a otras que ya había, acabando
con campos, granjas, viviendas... creando barreras artificiales... se permitió
que las hicieran empresas sin el riñón suficiente para aguantar. Para ellos,
negocio redondo: hago la autopista. Si va bien, me forro. Cuando haya dos o
tres años con pérdidas, cierro la persiana y que los gastos se los coman entre
todos los ciudadanos. Así cualquiera hace negocio.
Técnicamente, el concurso de acreedores y la quiebra, no son la misma cosa. Un concurso de acreedores no tiene por que terminar en quiebra.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por la aclaración. Tomo nota ;)
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