Esta
foto, hecha por un fotógrafo de la Agencia
Efe y publicada hoy en la web ElConfidencial, recoge el momento en que Albert Fabra, presidente de la
Generalitat Valenciana, abandona su comparecencia tras haber anunciado el
cierre fulminante de la televisión autonómica valenciana, Canal 9.
Foto: Agencia Efe. "El Confidencial", 8.11.2013 |
Fijaos
en las dos caras de los extremos de la imagen. Fijaos sobre todo en la persona
de la derecha: un trabajador de edad mediana, más cerca de los 50 que de los 40
años, a quien el individuo sonriente de la izquierda acaba de enviar al paro. A
su edad. Con la que está cayendo. Y en un sector, el de los medios de comunicación,
en el que será realmente difícil que pueda volver a hallar trabajo en un
período de tiempo corto o medio.
Hasta
hacía un par de minutos, hasta que el individuo del traje y la sonrisa
petrificada tomó una decisión, el hombre de la derecha era seguramente un padre
de familia con los hijos estudiando; posiblemente, por estadística pura, tenga
alguno de ellos en el paro. Ya le veis. Un señor de cuarenta y tantos, con una
camisa remangada, sin chaqueta, sin reloj de marca. Un currante. A saber las
horas que se habrá pasado haciendo guardia a la puerta de un juzgado; la de
cosas que le han dicho cuando ha ido a un tanatorio a cubrir una información
sobre un homicidio; el frío que habrá pasado arrodillado junto a una portería
de fútbol para grabar los goles, mientras el sujeto de la izquierda brindaba con
champán desde el palco de ese mismo estadio.
Y
todo para nada. Ahora, el individuo de la izquierda acaba de anunciar que hay
que cerrar su empresa, que además de ser la manera de llevar un sueldo a casa
era su manera de vivir. A saber la de broncas que habrá tenido con la parienta
por haber llegado a casa dos horas tarde por culpa de un detenido que no
acababa de declarar; las comidas de Navidad que habrá hecho aprisa y corriendo,
las Nocheviejas que se habrá tomado las uvas solo en medio de la multitud,
apuntando hacia la gente el mismo micrófono de mano con el que ahora trata de
que el sinvergüenza que le ha mandado al paro dé la cara ante los valencianos,
que ni siquiera le han elegido para que esté ahí calentando el sillón
presidencial porque llegó al cargo de rebote, a causa de la imputación judicial
de su antecesor.
Yo
mismo, que sin duda tengo menos mili que el compañero de la foto, celebré la
entrada de 2000 con un micrófono de Canal 9 en una plaza de Elche; cambié de
milenio saliendo del túnel de una autovía, volviendo de una guardia de la
Agencia Efe; retrasé varios meses mi boda para que no coincidiera con la Semana
Santa de Lorca en mi segundo año al frente de la corresponsalía de 7 Región de
Murcia, ahora también cerrada; me perdí el nacimiento de mi segunda hija porque
mi mujer estaba de reposo en Alicante y yo currando en la provincia de al
lado...
Son gajes del oficio, comentó Alfonso XIII
después de un atentado hace ahora cien años. Gajes del oficio, resolvemos los periodistas, los fotógrafos, los
operadores de cámara y el resto de compañeros que formamos este oficio, tan insultado
por la gente como fundamental para que esa misma gente conozca el mundo que le
rodea; aunque muchas veces no compartan el enfoque de una cadena determinada.
A
mí no me gusta cómo sabe el agua Font Vella, y no por eso reniego del agua de
mesa, ni mucho menos de los trabajadores que nos permiten tener sobre la mesa
agua de calidad.
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Está lloviendo en Mazarrón; la Ordenación Bahía se ha inundado, ahí no puede
entrar nadie... corred e id rápidamente para allá.
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Gajes del oficio.
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Oye, la carretera de Lorca a Caravaca está cortada por la nieve; la DGT ha
recomendado a la gente que no cojan los coches. Id para allá cortando, que
tenéis un directo en una hora.
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Gajes del oficio.
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Ha volcado un camión con gas natural en la autovía a Granada; la Guardia Civil
ha acordonado la autovía dos kilómetros antes y dos después.
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Iremos por la rambla de Nogalte, que nos deja justo al lado del camión.
Son
gajes del oficio. Y el periodista de Radio Nou lo sabe bien.
Por
eso se acerca a Fabra, al mismo individuo que le acaba de mandar al paro,
dejando a su familia sin una fuente de ingresos.
Por
eso extiende el micro, como un profesional, dispuesto a transmitirle a los
valencianos, que no han votado a Fabra, las excusas que se pueda inventar tras
el cierre de un servicio público esencial, producido tras una sentencia
judicial que decretaba que su maniobra anterior de echar a la gente a la calle
era ilegal.
Por
eso el periodista mantiene las formas cuando el individuo de la izquierda, que
le acaba de mandar al paro, a su edad y con la que está cayendo, pasa altanero,
con una sonrisa forzada, sin atreverse a mirar alrededor. Y es que, si el
presidente no electo -el que acaba de dejar a los valencianos sin la
radiotelevisión pública, sin la herramienta más importante de transmisión de la
lengua y la cultura valencianas- se atreviera a mirar a los ojos al hombre que
se lo está diciendo todo sin palabras, quizás se le caería la cara de
vergüenza.
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