Ayer
hablábamos de la semana negra que estamos pasando en la Región, con varios ahogados
en municipios como Águilas y San Javier... y hoy empezamos el día hablando de
una tragedia que ha sucedido en Yecla.
El
servicio de emergencias 112 informa de que un niño de 3 años ha muerto ahogado
en una piscina, y de que su hermana de 6 años también ha estado a punto de
perder la vida en las mismas circunstancias.
La
tragedia se produjo ayer, unos minutos antes de las 9 y media de la noche: el
112 recibió una llamada indicando que en un chalet de Yecla, en la carretera de
Montealegre, habían sacado de una piscina a un niño que sufría síndrome de inmersión; una segunda
llamada informó de que estaban tratando de sacar a un segundo chiquillo de esa
misma piscina.
De
inmediato acudieron al lugar los servicios sanitarios, junto con la Policía
Local y Nacional. Al niño, de 3 años, se lo llevaron al hospital de Yecla en
estado crítico, pero no se le pudo salvar y falleció minutos después de su
ingreso. Su hermana, de 6 años, sí pudo recuperarse, aunque ha sido trasladada
al hospital de la Arrixaca, de Murcia, para evaluar sus posibles secuelas tras
la inmersión.
Una
inmensa desgracia. Una tragedia, con mayúsculas.
Habrá
que conocer en qué circunstancias se han producido los ahogamientos; sin atreverme
a hablar de este caso, que desconozco, debo recomendar que se vigile a los
niños al minuto. Aunque la piscina esté vallada y con cerrojo, los niños a
partir de cierta edad son capaces de entrar.
Os
voy a contar un caso personal:
Cuando
yo tenía más o menos 5 años de edad, mis padres y yo fuimos a pasar el día a un
chalet de la sierra madrileña, con mis tíos. En un momento dado, me acerqué con
mi primo Marcelo -que es unos meses más joven- hasta la piscina del chalet.
Abrimos la puertecita de la valla... nos asomamos a la piscina... y yo empujé
al agua a mi primo, por broma.
Me
quedé mirando cómo se hundía... y luego volví tranquilamente hasta el rincón
del jardín donde estaban mi madre y mi tía, tomando café.
-
¿Qué hacéis, Antoñito? -dijo mi madre.
-
Nada, que he tirado al primo a la piscina.
Las
dos salieron escopetadas; mi tía se lanzó al agua vestida y sacó a mi primo,
tosiendo y amoratado, mientras mi madre me amorataba a mí el culo.
La
suerte fue que a mí se me ocurrió comentarles lo que acababa de pasar... y que
no nos caímos los dos juntos al agua.
Cuando
hay una piscina cerca, a los niños hay que vigilarlos SIEMPRE. Siempre debe
haber contacto visual. Aunque los dejes vestidos delante de la tele, se les
puede ocurrir cualquier idea.
En
el caso de esta tragedia de Yecla, serán las autoridades las que sacarán sus
propias conclusiones; yo sólo puedo expresarle todo mi apoyo a esta familia que
acaba de perder lo más valioso. No puede haber dolor mayor.
Ojalá
sea la última vez que tenemos que informar de un ahogamiento en todo lo que nos
queda de verano.
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