domingo, 2 de febrero de 2014

Ovillejos, vorágine y encuentros penetrantes

         Los tiempos en que la España mediterránea vendía solamente sol y playa han pasado. Algunos municipios tienen mucho más que agua y arena a la sombra de los rascacielos; Águilas, entre ellos.
         El municipio está desarrollando un proyecto cultural llamado Águilas, un mar de culturas, en el que caben escritores, músicos, pintores y artistas en general. Un complemento a las playas, la pesca, los Carnavales, el ferrocarril, el castillo y los demás atractivos del municipio.
         El viernes por la noche, dentro de este proyecto, la Casa de Cultura Paco Rabal acogió el primer Encuentro de Escritores. Tres amantes de la escritura que quisieron compartir parte de su obra con el público.
         Y el público respondió.
         En una mesa, sobre el escenario, los escritores Francisco José Motos, Pedro Vera y Juan José Navarro.
         Como maestra de ceremonias, la periodista Beatriz Romero, a quien muchos recordaréis en los informativos de 7 Región de Murcia, plenamente adaptada a la vida aguileña.
         Y al otro lado, en las butacas, cerca de 200 chavales de los últimos cursos de la ESO y del Bachillerato, cada uno de ellos con una pequeña libreta y un boli entregados por la organización, porque el encuentro de escritores iba a tener como parte esencial un concurso de escribir relatos in situ: allí mismo, retrepados en las butacas del salón de actos, escuchando un concierto de guitarra.
         Rompió el fuego Juan José Navarro: periodista de Radio Nacional, integrante del equipo técnico de ministros como Fernando Abril Martorell, y uno de los responsables de prensa de Citroën.
         Por el momento ha publicado cinco obras; entre ellas, el conjunto de relatos Peligro latente y la novela Vorágine, a la que definió como un espejo en el cruce de dos calles. Navarro quiso compartir con el público un fragmento de dicha novela, concluyendo con un frenazo impresionante que nos dejó a muchos con ganas de acercarnos a curiosear dentro de su novela, a ver qué había pasado.
         Le tocó el turno a Francisco José Motos; lorquino, miembro de la incipiente Generación L21 de Lorca -con firmas tan destacadas como Fran J. Marber o Andrés Ruiz Sanz-. Sin duda se lo habrán dicho más de una vez, pero en los últimos tiempos Motos hace honor a su apellido y no se toma ni un minuto de descanso para promocionar El perseguidor de sueños. Lorca, Puerto Lumbreras, Murcia, Granada, Águilas... y así hasta 15 presentaciones.


         F. J. Motos fue el encargado de caldear el ambiente, y lo digo por ese pedazo de fragmento erótico que los chicos y chicas del público devoraron en un silencio cargado de dudas e ilusiones. Si todos los sueños son así, desde luego que merece la pena perseguirlos.
         El tercero en compartir su obra fue el aguileño Pedro Vera, profesor, corresponsal de La Verdad entre 1970 y 1990, coordinador cultural del Casino de Águilas y poeta, autor -entre otras- de los poemarios Carmen y La hora de soñar.
         Si las intervenciones de los prosistas fueron de nota, Pedro Vera arrasó. Comenzó dándonos a todos una lección de literatura, enseñándonos lo que era un ovillejo. Una composición de 10 versos formada por tres pareados de métrica diferente más una redondilla rimada... un ovillo cuyo nudo gordiano se resuelve siempre con los aplausos del público, porque el ovillejo resulta una composición muy rítmica, casi musical.
         Por poneros un ejemplo, nada menos que de Cervantes...

¿Quién mejorará mi suerte?
¡La muerte!
Y el bien de amor, ¿quién le alcanza?
¡Mudanza!
Y sus males, ¿quién los cura?
¡Locura!
De ese modo no es cordura
querer curar la pasión,
cuando los remedios son
muerte, mudanza y locura.


         Pedro Vera nos deleitó con un ovillejo; de allí pasó a un soneto a su higuera de Murcia. Hubo además un Canto a la Décima -en otros ambientes menos refinados aprovecharíamos para hablar de Iker, de Bale o de CR7- y dos poemas de pie libre. Hay cantera, hay cantera, ya que he hablado de fútbol. Los chavales aplaudieron con frenesí cada uno de los poemas de Pedro Vera. Luego llegó el turno de preguntas, y una chica rompió el hielo preguntándoles a los escritores por sus influencias.


         Motos habló de la literatura escandinava, repasó a José Luis Sampedro, Joan Benet, Muñoz Molina... y los escritores de la postguerra que supieron plasmar sus emociones. Después intervino Navarro, comentó que él precisamente había sido alumno de Sampedro, mencionó a Azorín, habló de la Generación del 98...
         Y fue interrumpido por los espectadores, entregados:
         - ¡¡Viva el 98!! -gritó una chica.
         Qué bien, pensé yo; estos chicos acaban de estudiar a los clásicos del 98 y les ha ilusionado oír hablar de ellos. Luego mi amigo Víctor Frasés me hizo ver que lo que pasaba era que la gran mayoría del público habría nacido en 1998, y de ahí el entusiasmo al oír hablar de su cosecha.
         Nuevo momento de frenesí cuando uno de los escritores dijo algo de un espíritu penetrante; aullidos de chicos y chicas felices al ver que los adultos siempre estamos pensando en lo mismo.
         Después llegó la parte más difícil: coger papel y lápiz y ponerse a escribir un relato corto, en quince minutos. El aguileño José Ramón Rodríguez desgranó con su guitarra una serie de piezas clásicas, tratando de hacerse oír entre los murmullos de los adolescentes que se sugerían temas para sus relatos cortos o repetían la palabra penetrante.
         Salí de la Casa de Cultura, sintiendo a mis espaldas la energía de tantas mentes juveniles concentadas, y di una treintena de pasos hasta recuperar mi coche, aparcado junto a la bahía aguileña bajo la luz del faro. Me fui de Águilas reteniendo en la memoria, sobre todo, la estampa de todos aquellos jóvenes peleándose con el folio en blanco, bajo la mirada de los tres maestros, acompañados por la música del Concierto de Aranjuez.      



         Por cierto, que gracias a la enseñanza de Pedro Vera he podido escribir mi primer ovillejo. Os lo dedico. Con grandes maestros siempre se aprende algo.


¿Nos habla de sueños rotos?
Fran Motos.
¿Da un frenazo ferroviario?
Navarro
¿Se emociona con su higuera?
Es Vera.

A los jóvenes espera
Todo un mundo de ilusión
Gracias a la devoción
De Motos, Navarro y Vera.

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