No soy
aficionado al deporte, pero, como suele suceder, le he hecho seguimiento a la
etapa de la Vuelta Ciclista a España
que se ha celebrado hoy, creo que en el Norte del país. Ya sabéis lo que son
las redes sociales: estás en Twitter y vas leyendo lo que tuitean los demás.
Gana Contador... un pelotón de primera... una escapada...
Entre las
informaciones de la Vuelta que he ido leyendo, que se mezclaban con otros temas
más de mi interés, he leído que dos ciclistas se habían dado de puñetazos en
plena etapa. El tuit correspondiente incluía un enlace a la web de un
periódico, de manera que lo he seguido para tener más información y me he
encontrado con una crónica bastante detallada. Dos ciclistas cuyo nombre no
recuerdo, y que no tiene demasiado sentido mencionar ahora, se han empezado a
dar de manotazos en plena escapada. El periódico incluía un vídeo del momento,
que yo he visto con cierta curiosidad, lamentando que dos profesionales del
Deporte hagan el idiota de esa manera, como si fueran dos chiquillos.
Tras contemplar
el vídeo he seguido trabajando con el ordenador toda la tarde, entrando de vez
en cuando en Twitter. Hasta que, de pronto, me he encontrado con un tuit de la
Agencia Efe: Fallece un motorista de la
Guardia Civil durante la etapa reina de la Vuelta 2014.
Me he quedado
de piedra. No sólo por la gravedad de la noticia, sino por la manera en que me
había pasado desapercibida. Toda la tarde leyendo que si la pelea de los
ciclistas, que si Contador es más líder, que si Brambilla ha sido expulsado...
y se mata uno de los guardias que va acompañando a la vuelta, y no me he
enterado de nada.
He vuelto al
periódico que había consultado, y lo he entendido perfectamente.
No sé si en las
próximas horas habrá algún cambio en las portadas digitales que estoy
consultando ahora, a eso de las 9 de la noche del lunes; pero en estos momentos
la noticia de la muerte de un guardia civil, en accidente de tráfico y mientras
cubría la Vuelta Ciclista, no es más que una anécdota para la mayoría de los
diarios generalistas.
Fijaos la
importancia que le dedican las portadas de los dos más leídos, El País y El Mundo: la misma foto de Contador, supongo que al atravesar la
línea de meta, como noticia destacada de la etapa. Luego, también muy
destacada, la anécdota. La estupidez trivial: dos ciclistas se dan manotazos. Yupi.
Hay que repasar
la portada con calma, algo que muy pocos hacemos cuando navegamos por Internet,
para encontrar una pequeña frase, que enlaza a una página secundaria: Fallece
un motorista de la Guardia Civil.
Me vais a
perdonar, pero para mí lo más destacado de una etapa en la que se mata un
señor, es que se ha matado un señor. Que, aún encima, estaba trabajando para
garantizar la seguridad de todos: de los ciclistas, del público e incluso de
los periodistas que cubren la etapa. Un
guardia civil de Tráfico se estrella durante la etapa de la Vuelta Ciclista, se
mata, y el resumen de la etapa es que ha ganado Contador y que dos se han
peleado.
Tras leer mis
primeras protestas en Twitter, una compañera periodista me ha dado la razón, y
ha añadido que ya se sabe que, en Periodismo, la importancia de la noticia
depende de los intereses económicos a los que responda el medio.
Me ha dejado
dudando. Recuerdo titulares gloriosos en la historia de la infamia de mi
oficio, como cierto diario abertzale que tituló: Ortega Lara vuelve a la cárcel, cuando la Policía liberó al
funcionario de prisiones tras 532 días secuestrado en un zulo por la ETA. Como
el muerto no era un trabajador cualquiera, sino un guardia civil, he querido
profundizar más. A ver si ha habido alguna perversa e infame intención
ideológica detrás de esta muerte tratada como un episodio de segunda.
En este país
lleno de complejos, el apoyar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado
se suele identificar con ser de derechas, como si en las democracias populares
de la hoz y el martillo no hubiera habido policía. De manera que me he ido a La Razón, que suele estar lleno de
banderas de España y alegatos de apoyo a los uniformes.
Y me he
encontrado con un panorama similar. Foto y destacado de Contador, foto y
destacado de los boxeadores, y la misma frasecilla anecdótica, disimulada, que
enlaza a una noticia más amplia por si alguien quiere molestarse en ver qué le
ha pasado al guardia civil.
Hay que irse al
otro extremo del arco ideológico para encontrar algo más de respeto hacia la
muerte del guardia. El diario Público,
habitualmente crítico con el Sistema, le dedica al motorista fallecido un
titular, aunque en tercera posición tras el ganador y los púgiles. Un
tratamiento muy similar al que hace el veterano periódico catalán conservador La Vanguardia. No es cuestión de
presuntas simpatías, sino de rigor y seriedad.
Termino mi
ronda en el Abc, que le dedica un
despiece a la noticia del guardia civil, en una parte visible de su portada
digital -consultada, insisto, sobre las 9 de la noche del lunes, varias horas
después del suceso-.
Aquí no se
trata de ideología, ni de nada. Se trata de que en este oficio demasiadas veces
vamos a lo vistoso, a lo peculiar. Nos quedamos en la superficie; frivolizamos.
Que un currante se mate en el tajo es secundario; los protagonistas de la
Vuelta Ciclista no son los señores -y señoras- de uniforme que van en la moto abriendo
y cerrando el paso al pelotón. Lo vistoso es que dos tíos han soltado el
manillar de la bici para empujarse, y eso es lo que hay que destacar, lo que va
a centrar la atención de la gente.
Lo penoso es
que si a uno de los guardias civiles se le bajan los pantalones yendo en la
moto, o si se pone a hacer trazados en zig zag para saludar a uno de su pueblo,
eso ocupa las portadas de todos los medios. Y si aún encima alguien lo graba y
cuelga un vídeo, ya tenemos lugar en toda la prensa.
No sé si en el
momento del triunfo ya había trascendido la muerte del motorista; pero sin duda
ya se sabía que un guardia civil había sufrido un accidente de tráfico. Y, sin embargo, ahí
están las fotos de alegría, los vítores, los aplausos, la felicidad por el
triunfo, sólo empañada porque dos se han dado un par de tortas.
Me pongo en la
piel de los guardias civiles que habrán seguido currando tras saber que su
compañero estaba muerto; que mañana volverán a montarse en la moto, o en el
coche patrulla, para escoltar a la Vuelta Ciclista entre aplausos, risotadas y
entre la indiferencia relativa de todos; empezando por quienes deberíamos
transmitir a los ciudadanos un mensaje más profundo, que para eso nos dedicamos
al Periodismo.
Leo que la
próxima etapa es pasado mañana. Espero que al principio se guarde un minuto de
silencio por el guardia civil fallecido. Y que, si no es así, los periodistas
pongan el grito en el cielo. Que hagan bien su trabajo, que es el mío, y que se
dejen de anecdotarios y de gilipolleces.
DEP.
Asco de país lleno de gilipollas, ignorantes e hipócritas!!! Asi nos va!!!
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