domingo, 7 de septiembre de 2014

El garremandering: trampa a la murciana


         Uno de los términos políticos que más me fascinan es el de Gerrymandering: una palabra inglesa antigua, con cerca de dos siglos a sus espaldas, ingeniosa e intraducible. Es un juego de palabras entre el apellido Gerry y el término salamander, salamandra.
         El gerrymander se produjo en los Estados Unidos a principios del siglo XIX. Un gobernador que se apellidaba Gerry se dio cuenta de que su partido tenía las elecciones perdidas; en vez de currárselo un poco más, por ejemplo mejorando el nivel de vida de sus electores, lo que hizo fue coger el mapa de su demarcación, ver dónde ganaba y dónde perdía... y componer una especie de puzzle, formando núcleos en los que sus partidarios eran mayoría.
         Tras ver el engendro que había resultado, a un periodista se le ocurrió decir que parecía una salamandra, con el cuerpo alargado, retorcido, una cabezota en un extremo... entonces otro de la canallesca matizó: No es salamander, sino gerry-mander. Desde ese momento el término gerrymandering hizo fortuna, con el significado de modificar de forma arbitraria las circunscripciones electorales para garantizar el triunfo electoral del partido que modifica.
         Voy a poneros un ejemplo de laboratorio.
         Imaginemos que Lorca vuelve a ser socialista, inmensamente socialista. Miguel Navarro ha regresado, las diferentes familias se han vuelto a unir, e incluso Pepe Murcia, Pedro Sosa... y, ¡qué pijo!, el mismísimo Pujante ha asumido la teoría de la Casa Común de la izquierda. Todos en el PSOE.
         Para simplificar mi ejemplo, vamos a imaginar que a Lorca la rodean únicamente cinco municipios, y que estos cinco son rabiosamente populares, lo cual en muchos casos no es mucho imaginar. De modo que prescindimos de Aledo, de Mula y de Cehegín, y avanzamos en el sentido de las agujas del reloj.
         En Caravaca y Totana continúan Domingo Aranda e Isabel María Sánchez, respectivamente. En Mazarrón el cuatripartito no llegó a cuajar y Francisco Blaya sigue controlando la situación. En Águilas, Bartolomé Hernández y Juan Ramírez gobiernan codo con codo, mirándose de reojo, y en Puerto Lumbreras Pedro Antonio Sánchez ha alcanzado un 80% del electorado. Con un par.

         Vamos a suponer que los datos de las elecciones municipales fueran los siguientes (las cifras de población sí son reales, aunque redondeadas):

Municipio

Votantes
PP
PSOE
Águilas
35.000
25.000
10.000
Caravaca
26.500
20.000
6.500
Lorca
93.000
13.000
80.000
Mazarrón
36.000
28.000
8.000
Puerto Lumbreras
15.000
12.000
3.000
Totana
30.500
25.000
5.500

Total


236.000

123.000

113.000


         Daos cuenta de que populares y socialistas no están demasiado alejados; y es que el censo de Lorca se aproxima al 40% del total de esta circunscripción.
         Una vez escrutados los votos, hay que repartir los escaños, que aquí, por definición, son cinco: cinco diputados regionales que se reparten aplicando la ley d'Hondt.
         En algún artículo anterior expliqué que la ley d'Hondt es una fórmula matemática -se la llama ley como se lo llamamos a la ley de la gravedad-, que beneficia a los partidos más votados y que, grosso modo, funciona así:
         - Se establece un porcentaje mínimo de votos para poder entrar en el reparto (en nuestro ejemplo no hay problema; en la vida real, provoca que los partidos pequeñitos ni siquiera opten a repartir).
         - Se dividen sucesivamente los resultados del partido más votado entre 1, entre 2... hasta llegar al número de escaños a repartir (en este caso, 5)
         - Se hace lo mismo con el segundo partido más votado, con el tercero, con el cuarto... con todos los que hayan superado el porcentaje mínimo de votos (pezqueñines no, recordad).
         Así obtenemos una tabla con resultados de divisiones.
         - Se asigna el primer escaño al partido que haya obtenido el número más alto; el segundo escaño al que haya obtenido el segundo número más alto; el tercero, al tercero más alto... y así sucesivamente.

         Vamos con las divisiones para nuestra circunscripción única:


:1
:2
:3
:4
:5
PP
123.000
61.500
41.000
30.750
24.600
PSOE
113.000
56.500
37.667
28.250
22.600

         Aplicamos la ley d'Hondt y vamos cogiendo los números más elevados, del primero al quinto: son los que darán derecho a un parlamentario.


:1
:2
:3
:4
:5
PP
123.000
61.500
41.000
30.750
24.600
PSOE
113.000
56.500
37.667
28.250
22.600

         Partido Popular 3 escaños, Partido Socialista 2 escaños. No está mal, era lo que se esperaba. Lorca sigue siendo un reducto socialista, a Navarro no hay quien le eche...
         De repente, a alguien se le ocurre cambiar las reglas del juego, aprovechando la mayoría absoluta. No es ficción, es lo que está pasando. Lo ha hecho ya Cospedal, lo quiere hacer Rajoy y lo quieren hacer los populares murcianos. Alberto Garre lleva poco tiempo en el cargo, pero ya tiene muy claro que a él no le quitan de la presidencia ni los presuntos delfines heredados de Valcárcel, ni los murcianos en las urnas.
         El garremandering, aplicación murciana del añejo gerrymandering, consistirá en modificar el número de circunscripciones; de tal manera que en la Región de Murcia tendremos más que en Andalucía.
         Vamos a ver un posible ejemplo de garremandering. No digo que lo vayan a hacer exactamente así, aunque el espíritu es el mismo.
         Analizamos los datos electorales y nos encontramos enseguida con Lorca, república independiente una vez más. Una isla socialista en un mar de amigachos.
         ¿Qué hacer? Pues lo que quieren hacer, pijo: aumentar el número de circunscripciones.
         Donde antes había una sola circunscripción con seis municipios, hacemos cinco circunscripciones:

         I. Caravaca-Tierras Altas de Lorca
         II. Totana- Lorca Zarzadilla
         III. Mazarrón- Playas de Lorca
         IV. Águilas- Huerta lorquina
         V. Puerto Lumbreras- Torrecilla

         Para no meternos en berenjenales, vamos a suponer que el censo de Lorca se reparte de manera exacta entre las cinco nuevas circunscripciones: como tiene 93.000 votantes, tocan a 18.600 lorquinos por cada nuevo invento.
         Hacemos lo mismo con los que votan PP y PSOE y nos salen cinco mini-Lorcas idénticas, cada una integrada en una circunscripción con un importante número de votantes populares:

I. Caravaca - Tierras Altas

Territorios
Votantes
PP
PSOE

Caravaca
26.500
20.000
6.500
Lorca (Coy, Doña Inés, Avilés, La Paca...)
18.600
2.600
16.000

Total

45.100

22.600

22.500


II. Totana - Lorca Zarzadilla

Territorios
Votantes
PP
PSOE

Totana
30.500
25.000
5.500
Lorca (Zarzadilla, Los Carranza, Zúñiga...)
18.600
2.600
16.000

Total

49.100

27.600

21.500


III. Mazarrón - Playas de Lorca

Territorios
Votantes
PP
PSOE

Mazarrón
36.000
28.000
8.000
Lorca (Calnegre, Ramonete, Garrobillo...)
18.600
2.600
16.000

Total

54.600

30.600

24.000


IV. Águilas - Huerta lorquina

Territorios
Votantes
PP
PSOE

Águilas
35.000
25.000
10.000
Lorca (casco urbano Sur, La Hoya, Purias, Tercia, Cazalla...)
18.600
2.600
16.000

Total

53.600

27.600

26.000

V. Puerto Lumbreras - Torrecilla

Territorios
Votantes
PP
PSOE

Puerto Lumbreras
15.000
12.000
3.000
Lorca (casco urbano Norte, Torrecilla, Campillo)
18.600
2.600
16.000
Total
33.600
14.600
19.000


         Como son 5 los diputados a repartir, ya no necesitamos la ley d'Hondt: obtiene el diputado la lista más votada. Esto es:

         I. Caravaca y Tierras Altas = PP
            II. Totana y Zarzadilla = PP
            III. Mazarrón y Playas = PP
            IV. Águilas y Huerta = PP
            V. Puerto Lumbreras y Torrecilla = PSOE

         El PP consigue 4 diputados, y el PSOE solamente 1. Que era el efecto buscado. Claro que, ya metidos en harina... podemos correr las fronteras aquí y allá para no dejar sin su diputado nada menos que a los lumbrerenses. De manera que cogemos el barrio de San Antonio y lo ponemos con Águilas, sumamos los votos de San Diego a los de Totana, los de San Cristóbal a los de Caravaca... en resumen, retorcemos el mapa, trampeamos a diestro y siniestro hasta lograr pequeños bloques donde la mezcla resultante sea de nuestro color. Como cuando partimos el roscón de Reyes y nos aseguramos de que la naranja escarchada queda fuera de nuestro trozo, metiendo el cuchillo en horizontal y quedándonos con toda la nata.

         Esto, amigos, es el garremandering. Esto es lo que nos quiere meter el Gobierno de la Región de Murcia, con el apoyo único de su partido. Y esto se complementa al intento de nombrar alcaldes en minoría, que también quieren hacer solos, unos meses antes de unas elecciones en las que se prevé que van a perder muchas mayorías absolutas.
         Veréis: no es sólo que haga falta consenso para un cambio tan decisivo. No es sólo que alterar las normas a punto de acabar la partida, para asegurarte el triunfo, sea una trampa hasta en el juego de la oca...
         Es que, si yo voto PSOE, quiero que gobierne el PSOE en solitario para que aplique el 100% de su programa. Pero si no puede ser, entonces quiero como segunda opción que pacte con IU para que aplique al menos el 80% de su programa. Y los de IU lo mismo: si no pueden gobernar en solitario, al menos que gobierne el PSOE para aplicar lo más posible de su programa.
         Por volver a un ejemplo real, en Mazarrón está gobernando una coalición de cuatro partidos, porque le sacan al PP entre todos varios concejales de ventaja: en las elecciones de 2011, los resultados fueron los siguientes: PP 8, PSOE 7, UIDM 4, IU 1 y Parema 1.
         Si cada concejal mazarronero valiera exactamente 10.000 votos, eso significa que hay 80.000 vecinos que querían ver a Blaya como alcalde... pero hay 130.000 que han preferido que se quede fuera. Es decir: que una amplia mayoría de ciudadanos han decidido que es mejor una alianza entre todos los demás. Ya que mi partido no puede gobernar en solitario, quiero que al menos gobierne en coalición. Esto es lo que ha decidido la mayoría.

         En cualquier caso, los cambios en las reglas electorales deben hacerse por consenso, y yendo más allá del beneficio personal o partidista. Lo contrario se llama gerrymandering. Y lo hacen las lagartijas.

1 comentario:

  1. Con la reforma propuesta por el PP, conque el PP consiguiera 586 votos más, ganaría

    ResponderEliminar