miércoles, 12 de agosto de 2015

Bautiza a tu estrella con el nombre de Cervantes

         Amigos: no creo que jamás vaya a descubrir un planeta, pero acabo de contribuir a bautizar un sistema solar enterico.
         Veréis...

Foto, C. Vizcaíno

         La obra y la figura del astrónomo Carl Sagan me son familiares desde la adolescencia, gracias a las enseñanzas de mi padre. En vida vi con él todos los episodios de la serie Cosmos, y de hecho aún los tengo grabados por él en cintas VHS que podrían superar la prueba del carbono-14. A su muerte, entre miles de libros, heredé una colección completa de las obras de Sagan. El cerebro de Broca, Los dragones del Edén, Murmullos de la Tierra...

Carl Sagan, calculando la distancia
de la orden de alejamiento de Sheldon Cooper

         Carl Sagan no fue un científico aislado en su torre de marfil, o en su caso en una probeta de Cornell, sino una persona que se implicó en los problemas de la Humanidad. Escribió varios libros advirtiendo de los peligros del uso de las armas nucleares; logró que muchos adolescentes empatizásemos con los animales, explicándonos las cosas que teníamos en común todos los seres del planeta. Nos abrió la mente, con afirmaciones como la del océano cósmico -el universo es un océano, y la Humanidad acaba de meter el tobillo en la primera ola de la playa-, o aquella frase tan hermosa de que los humanos, en el fondo, somos polvo de estrellas, ya que nuestros cuerpos contienen elementos químicos que se formaron en los núcleos estelares...




         Uno de los temas que más interesaron a Carl Sagan fue la existencia de inteligencias extraterrestres. En numerosos libros y artículos formula la típica pregunta: ¿Habrá más vida inteligente en el universo? Una pregunta que iba acompañada de un condicional: "Claro que para ello primero tendremos que saber si nuestro Sistema Solar es una excepción, o si hay más planetas más allá de los nueve que orbitan el Sol".
         Carl Sagan murió en los últimos días de 1996 -¡va a hacer ya veinte años!-, cuando los avances astronómicos empezaban a aportar algunos datos de que quizás ciertas sombras que variaban la luminosidad de las estrellas podían ser planetas que pasaban por delante...
         A fecha de hoy, la Wikipedia recopila cerca de 2.000 planetas extrasolares -exoplanetas-, agrupados en más de 1.200 sistemas estelares. Una cifra que haría sonreír a Carl Sagan, al ver respondida de manera contundente su pregunta.





         Una vez descubiertos los planetas, hay que bautizarlos. En las décadas anteriores se utilizaban nomenclaturas basadas en la mitología y la historia de Occidente, con alguna concesión simpática a la China y a otras culturas: civilizaciones que ya calculaban el rumbo de las estrellas cuando los europeos aún comíamos la carne cruda, pero a quienes luego nosotros superamos en tecnología.
         Si antiguamente eran los astrónomos quienes decidían los nombres de los planetas, los satélites y los accidentes geográficos -valles, cráteres, montes, mares-, ahora se está tratando de acercar la Astronomía al ciudadano de a pie. Y esto nos permite a nosotros mismos bautizar planetas y satélites. Yo mismo lo acabo de hacer, y ahora os diré de qué manera.




         La Unión Astronómica Internacional ha puesto en marcha una iniciativa para bautizar diferentes planetas y satélites que forman parte de una veintena de sistemas extrasolares. Algunas estrellas son conocidas desde la Antigüedad y tienen su nombre propio, como Pólux y Fomalhaut; otras sólo tienen un nombre científico, la estrella 14 de la constelación de Andrómeda, la 42 del Dragón, la 51 de Pegaso...
         Una web española ha puesto en marcha una campaña para que uno de estos sistemas extrasolares lleve nombres de los personajes del Quijote. Afirman que Cervantes tiene una magnitud universal, que merece estar en el cielo astronómico igual que lo están otros personajes de la Literatura inglesa: las lunas de Urano se llaman Ariel, Oberón, Umbriel... como diferentes personajes de Shakespeare y de otros autores británicos.
         Éste es el enlace a la web, que se llama Estrella Cervantes:

         Su cuenta de Twitter es @CervantesMuAra, y la etiqueta para promover la iniciativa es #EstrellaCervantes.
         Esta web se ha centrado en la estrella µ Arae (Mu Ara); es una estrella de la constelación del Ara (el Altar), que se ve desde el hemisferio Sur. Tiene cuatro planetas (µ Arae a, b, c, d), y la idea de la web es la siguiente: que la estrella reciba el nombre de Cervantes, y sus planetas los de Quijote, Sancho, Dulcinea y Rocinante.


Ilustración de EstrellaCervantes.es

         Para sumarse a la iniciativa hay que ir a la página que os indicaré, que pertenece a la Unión Astronómica Internacional, y seleccionar el sistema mu Arae. Una vez allí, se mostrarán las candidaturas presentadas. Por ejemplo, hay peticiones de nombres como Loto (de la flor de loto), Camelia, Daikokuten (un dios japonés), Robert Heinlein (un escritor de Estados Unidos), Lusitania (nombre histórico de Portugal)...
         Quien quiera votar por la denominación Cervantes (Quijote, Dulcinea, Rocinante, Sancho), tiene que pulsar en el botón adecuado, y su opción queda registrada. Se supone que en su momento se adoptará la que haya tenido más seguidores.
         Pienso que esta iniciativa va más allá del chauvinismo. Don Quijote es un personaje universal, del que han aprendido generaciones de españoles, hispanos y extranjeros en los últimos cuatro siglos. Están proliferando los sistemas estelares, hay que darles nombres representativos de la cultura y el pensamiento humano en general.
¿Por qué no un nombre tan destacado como el de Miguel de Cervantes, que, no lo olvidemos, hizo que Don Quijote y Sancho pensaran que iban por encima de las nubes a lomos de Clavileño?





         Os aconsejo que visitéis la web, que votéis en favor de nuestros dos viejos soldados -el que estuvo en Lepanto y el que se enfrentó a los gigantes de La Mancha- y que aprovechéis para hacer un paseo estelar por otros sistemas solares; parándoos a la sombra de algún anillo lejano para brindar a la memoria de Carl Sagan.
        


1 comentario:

  1. la ciencia y la humanidad se dan la mano en Cervantes.
    gracias por la información.
    la vida es bella...y el tiempo un suspiro en la eternidad

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