Amigos: no creo que jamás vaya a
descubrir un planeta, pero acabo de contribuir a bautizar un sistema solar
enterico.
La obra y la figura del astrónomo Carl
Sagan me son familiares desde la adolescencia, gracias a las enseñanzas de mi
padre. En vida vi con él todos los episodios de la serie Cosmos, y de hecho aún
los tengo grabados por él en cintas VHS que podrían superar la prueba del
carbono-14. A su muerte, entre miles de libros, heredé una colección completa de
las obras de Sagan. El cerebro de Broca,
Los dragones del Edén, Murmullos de la Tierra...
Carl Sagan, calculando la distancia de la orden de alejamiento de Sheldon Cooper |
Carl Sagan no fue un científico aislado
en su torre de marfil, o en su caso en una probeta de Cornell, sino una persona
que se implicó en los problemas de la Humanidad. Escribió varios libros
advirtiendo de los peligros del uso de las armas nucleares; logró que muchos
adolescentes empatizásemos con los animales, explicándonos las cosas que
teníamos en común todos los seres del planeta. Nos abrió la mente, con
afirmaciones como la del océano cósmico -el universo es un océano, y la
Humanidad acaba de meter el tobillo en la primera ola de la playa-, o aquella
frase tan hermosa de que los humanos, en el fondo, somos polvo de estrellas, ya
que nuestros cuerpos contienen elementos químicos que se formaron en los
núcleos estelares...
Uno de los temas que más interesaron a
Carl Sagan fue la existencia de inteligencias extraterrestres. En numerosos
libros y artículos formula la típica pregunta: ¿Habrá más vida inteligente en
el universo? Una pregunta que iba acompañada de un condicional: "Claro que
para ello primero tendremos que saber si nuestro Sistema Solar es una
excepción, o si hay más planetas más allá de los nueve que orbitan el Sol".
Carl Sagan murió en los últimos días de
1996 -¡va a hacer ya veinte años!-, cuando los avances astronómicos empezaban a
aportar algunos datos de que quizás ciertas sombras que variaban la luminosidad
de las estrellas podían ser planetas que pasaban por delante...
A fecha de hoy, la Wikipedia recopila
cerca de 2.000 planetas extrasolares -exoplanetas-, agrupados en más de 1.200
sistemas estelares. Una cifra que haría sonreír a Carl Sagan, al ver respondida
de manera contundente su pregunta.
Una vez descubiertos los planetas, hay
que bautizarlos. En las décadas anteriores se utilizaban nomenclaturas basadas
en la mitología y la historia de Occidente, con alguna concesión simpática a la
China y a otras culturas: civilizaciones que ya calculaban el rumbo de las
estrellas cuando los europeos aún comíamos la carne cruda, pero a quienes luego
nosotros superamos en tecnología.
Si antiguamente eran los astrónomos
quienes decidían los nombres de los planetas, los satélites y los accidentes
geográficos -valles, cráteres, montes, mares-,
ahora se está tratando de acercar la Astronomía al ciudadano de a pie. Y esto
nos permite a nosotros mismos bautizar planetas y satélites. Yo mismo lo acabo
de hacer, y ahora os diré de qué manera.
La Unión Astronómica Internacional ha
puesto en marcha una iniciativa para bautizar diferentes planetas y satélites que
forman parte de una veintena de sistemas extrasolares. Algunas estrellas son
conocidas desde la Antigüedad y tienen su nombre propio, como Pólux y
Fomalhaut; otras sólo tienen un nombre científico, la estrella 14 de la
constelación de Andrómeda, la 42 del Dragón, la 51 de Pegaso...
Una web española ha puesto en marcha
una campaña para que uno de estos sistemas extrasolares lleve nombres de los
personajes del Quijote. Afirman que Cervantes tiene una magnitud universal, que
merece estar en el cielo astronómico igual que lo están otros personajes de la
Literatura inglesa: las lunas de Urano se llaman Ariel, Oberón, Umbriel... como
diferentes personajes de Shakespeare y de otros autores británicos.
Éste es el enlace a la web, que se
llama Estrella Cervantes:
Su cuenta
de Twitter es @CervantesMuAra, y la etiqueta para promover la iniciativa es
#EstrellaCervantes.
Esta web se ha centrado en la estrella µ Arae (Mu Ara); es una estrella de la
constelación del Ara (el Altar), que se ve desde el hemisferio Sur. Tiene
cuatro planetas (µ Arae a, b, c, d),
y la idea de la web es la siguiente: que la estrella reciba el nombre de
Cervantes, y sus planetas los de Quijote, Sancho, Dulcinea y Rocinante.
Ilustración de EstrellaCervantes.es |
Para sumarse a la iniciativa hay que ir
a la página que os indicaré, que pertenece a la Unión Astronómica
Internacional, y seleccionar el sistema
mu Arae. Una vez allí, se mostrarán las candidaturas presentadas. Por
ejemplo, hay peticiones de nombres como Loto (de la flor de loto), Camelia,
Daikokuten (un dios japonés), Robert Heinlein (un escritor de Estados Unidos),
Lusitania (nombre histórico de Portugal)...
Quien quiera votar por la denominación
Cervantes (Quijote, Dulcinea, Rocinante, Sancho), tiene que pulsar en el botón
adecuado, y su opción queda registrada. Se supone que en su momento se adoptará
la que haya tenido más seguidores.
Pienso que esta iniciativa va más allá
del chauvinismo. Don Quijote es un personaje universal, del que han aprendido
generaciones de españoles, hispanos y extranjeros en los últimos cuatro siglos.
Están proliferando los sistemas estelares, hay que darles nombres
representativos de la cultura y el pensamiento humano en general.
¿Por
qué no un nombre tan destacado como el de Miguel de Cervantes, que, no lo
olvidemos, hizo que Don Quijote y Sancho pensaran que iban por encima de las
nubes a lomos de Clavileño?
Os aconsejo que visitéis la web, que
votéis en favor de nuestros dos viejos soldados -el que estuvo en Lepanto y el
que se enfrentó a los gigantes de La Mancha- y que aprovechéis para hacer un
paseo estelar por otros sistemas solares; parándoos a la sombra de algún anillo
lejano para brindar a la memoria de Carl Sagan.
la ciencia y la humanidad se dan la mano en Cervantes.
ResponderEliminargracias por la información.
la vida es bella...y el tiempo un suspiro en la eternidad