Hace unas semanas
supimos que la película La Reina de España, del cineasta madrileño
Fernando Trueba, había sido un fracaso de taquilla. A finales de noviembre, el Abc informaba de que en su primer fin de
semana en nuestros cines había recaudado 400.000 euros; una cifra que les
parecía bastante reducida, habida cuenta de que su producción se elevaba a los
once millones de euros.
Al fiasco en
la taquilla se ha sumado su fracaso en los Goya: si La niña de tus ojos logró en su día siete Goyas, La Reina de España, anunciada como su
segunda parte, no ha logrado ninguno.
No he visto
la película, de manera que no puedo juzgar si el doble fracaso -comercial y
dentro del propio sector- se debe a su calidad; pero el propio Trueba dijo
desde los primeros momentos que los malos resultados se debían a que muchos
españoles, y en especial los de derechas, no
le habían perdonado sus declaraciones tras recibir el Premio Nacional de
Cinematografía 2015. Unas declaraciones que -ha dicho ahora- en realidad
eran irónicas y no se entendieron bien.
Las palabras
de Trueba, según pueden escucharse en el canal de Youtube ESdiario Vídeos, fueron éstas:
Nunca he
tenido ningún sentimiento nacional. Siempre he pensado que, en caso de guerra,
yo iría con el enemigo. Siempre. Cuando leía la Historia siempre decía: ¡qué pena que España ganara la Guerra de la
Independencia! A mí me hubiera gustado muchísimo que la ganara Francia.
Entonces, claro; digo: que le den un premio nacional a una persona como yo es
medio incorrecto, ¿no? Yo siempre he estado a favor de que hay que destruir las
fronteras, y no crear ninguna nueva. Me encanta eso de "Médicos Sin Fronteras".
Aparte de lo que hacen, que es maravilloso... ¡qué nombre tan maravilloso
tienen!, ¿no? La verdad es que yo nunca me he sentido español. Nunca, en mi
vida; jamás. Ni cinco minutos de mi vida me he sentido español; en los
mundiales siempre iba con las selecciones de otros países.
Aquí el
enlace, para que podáis tener la fuente directa:
Personalmente
considero que estas declaraciones son de gilipollas. Vamos a ver; sin duda desear el triunfo francés en la
Guerra de la Independencia va más allá de las banderas, y entre Fernando
VII y José I yo también me habría quedado con el liberal Pepe Botella... claro
que entre Fernando VII y el toro que mató a Manolete habría elegido al astado
antes que al herrado. Pero no le veo ningún sentido a nacer, criarte y vivir en
España y desear que te gane por sistema cualquier país extranjero. En todo
caso, ¡allá películas!, y nunca mejor dicho.
Parece ser
que a Fernando Trueba estas declaraciones le han salido caras. Muchos españoles
que jamás habrían ido a verle -cuánto patriota reniega por sistema del cine
español- han encontrado ahora una razón de peso para quedarse en casa o devorar
la última parida de Hollywood: Es que
Trueba dice que es antiespañol.
La cuestión
es: Que Trueba diga que es antiespañol, ¿es
razón suficiente para dejar de ver sus películas?
La respuesta
es complicada.
Las personas nos acercamos al arte para
disfrutar. Y en ese disfrute hay muchos factores, todos ellos subjetivos porque
cada cual tiene su propia sensibilidad.
Puede que no
vayas a comer al mejor restaurante de tu ciudad porque el dueño tiene una
gigantesca foto de Franco y la bandera del cuervo. Que no te pidas una
Coca-Cola en el bar porque una de sus directivas colabora con entidades
independentistas. Y que no vayas a ver a Trueba por estas declaraciones que has
considerado un ataque injusto hacia algo que sientes como propio, que es tu
nación. Es tu dinero, y tú haces lo que te da la gana con él.
Pero eso sí:
esta misma defensa hacia España debe ir más allá que negarse a entrar en un
cine. Aquí le cogemos manía a un
cineasta por sus palabras pero convivimos a diario con otras personas cuyas
acciones sí nos dañan directamente. Desde el empresario del tomate que se
lleva la empresa al Magreb para pagarle la décima parte del salario al obrero, hasta
el eurodiputado que deja que Marruecos nos llene los mercados con esos mismos tomates
fumigados con DDT, pasando por el alma simple que juega con la tableta en el
Congreso o al golfo que mete la mano en la caja abusando de su puesto de
concejal pero al que seguimos saludando con una sonrisa.
Nuestro Refranero,
que es sabio porque es muy viejo, nos ha dicho que el buen paño en el arca se vende. Pero a veces nos pasa al revés: que
somos capaces de comprar un mal producto sólo porque nos gusta mucho el arca. Podemos votar mil veces a los mismos
chorizos sólo porque vienen bien envueltos en la Bandera de España.
Esta misma
mañana, el diario El Mundo se hace
eco de las últimas declaraciones de la infanta -iba a decir la infamia-
Cristina, a la que llevamos medio siglo manteniendo entre todos. Esta señora, procesada por complicidad por los presuntos
robos y estafas de su marido, acaba de decir, según El Mundo: ¡Qué ganas de
acabar con esto para no volver a pisar este país!
Con esto se refiere al proceso judicial por ser
presuntamente una ladrona. Y aquí está el enlace a la fuente original:
Afortunadamente esta individua no ocupará
jamás la Jefatura del Estado; para que ello ocurriese tendría que haber una
catástrofe que se llevara por delante al Rey, a su hermana mayor, a un
adolescente y a tres niñas. Nadie, ni el republicano más recalcitrante, desea
una cosa así. Pero los símbolos son importantes. Ya no es por el huevo sino por
el fuero.
Por
desgracia nuestra Constitución impide que podamos privar de los derechos al
trono a ningún sucesor a la Corona... a menos que contraiga matrimonio contra la
voluntad expresa del Rey y de las Cortes, como indica el artículo 57.4. Es
decir, que Cristina de Borbón seguirá
teniendo derecho a reinar en España aunque le caigan seis años en Alcalá-Meco.
Ahora que
los grandes partidos están poniendo sobre la mesa la necesidad de una reforma
constitucional, estaría muy bien modificar esta parte del Título II y darle al
Parlamento -es decir, a todos los españoles- la capacidad de privar del derecho
al trono a aquellas personas que fueran consideradas indignas de reinar. Es
evidente que alguien que, además de
estar procesada, afirma que está deseando largarse de España para no volver
jamás, no puede ejercer el papel que la Constitución destina al Rey de España.
A la espera
de una reforma constitucional que prive del derecho a reinar a quienes reniegan
de España, me conformaría con una reforma más modesta: ir quitando el nombre de
Infanta Cristina de todos los colegios,
hospitales, callejeros e instituciones públicas. Porque, a diferencia de Fernando Trueba, Cristina de Borbón sí se ha dado la
buena vida a costa de España, así, en mayúsculas.
@antoniombeltran
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