miércoles, 26 de noviembre de 2014

¿Es tu media naranja o tu exprimidor?


         La Asociación contra la Violencia de Género de Águilas organiza estos días una exposición muy recomendable, que puede sensibilizar a jóvenes, hombres y mujeres, acerca de esta plaga.
         La violencia doméstica no sólo afecta a las mujeres; detrás de ellas suele haber hijos -niños y niñas- que sufren los golpes, los insultos y los desmanes de los canallas.


         En el Imperio Romano, las personas podían divorciarse. Luego llegó el matrimonio heterosexual monógamo e indisoluble, y durante más de mil años infinidad de núcleos familiares fueron infiernos. Cuántos homosexuales martirizados, cuántas mujeres apaleadas, cuántos hombres condenados a vivir con desamor, cuántos bastardos estigmatizados... por aquella frase de que Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre.
         También hubo infinidad de matrimonios muy felices, cómo no. Parejas que se casaban a los 18 y vivían a gusto, con altibajos, hasta los 90.
         Ahora, por suerte, hay herramientas para disolver un mal matrimonio. Tengo la convicción de que Rodríguez Zapatero pasará a la Historia de España -nadie lo diría- porque fue bajo su mandato cuando se legalizó el matrimonio homosexual; un término que desde las filas conservadoras se quiso convertir en denominación de origen limitado a los matrimonios heteros, como si las demás uniones afectivas fueran de segunda división, algo menos valioso y, por lo tanto, menos digno de protección legal.
         En tiempos de mis abuelos, las mujeres no votaban. En tiempos de mis padres, no podían entrar en el Ejército, pilotar aviones, y les era prácticamente imposible ejercer como jueces, directoras de empresa, alcaldesas, ministras... cabellos largos, ideas cortas, decía la frase. La II República trajo, entre muchas otras cosas, el divorcio y la coeducación, y abrió muchas puertas a las mujeres. Durante la Guerra Civil, la anarquista Federica Montseny se convirtió en la primera mujer ministra de la Historia. Hubo que dejar pasar el Franquismo para que se nombrase a la segunda, la ucedista Soledad Becerril.



         En mis propios tiempos, cada paso adelante que han dado las mujeres ha sido respondido con ironía, incluso con furia. Hubo risas cuando Felipe González nombró ministras a Rosa Conde y Matilde Fernández; hubo burlas cuando las primeras mujeres ingresaron en la Guardia Civil; hubo dudas cuando las escuelas judiciales empezaron a dar salida a jueces femeninas...
         Y en tiempos de mis hijos, sigue habiendo chicas que ven normal que su novio les restrinja la salida con sus amigos o les controle los whatsapps porque mi novio me quiere mucho y es muy celoso.
         La exposición de la Asociación contra la Violencia de Género es la cuarta de un ciclo anual denominado Mujeres aguileñas vistas por mujeres aguileñas, y puede verse en el Aula de Cultura Cajamurcia de Águilas hasta el 30 de noviembre; por las tardes el aula se abre al público, y por las mañanas se reserva a los chavales de colegios e institutos.


         Son cerca de cuarenta fotomontajes: diversas voluntarias -casi todas mujeres, aunque hay también algún hombre- escogieron una foto, y sobre ellas se acopló un personaje de ficción y un texto alegórico.
         La expo tiene dos partes: en primer lugar, se pasa revista a los cuentos tradicionales, dejando ver los elementos sexistas que podrían pasar por alto. La Cenicienta es una chica cuyo destino depende del capricho de un príncipe. Caperucita Roja debe vigilar la hora a la que sale a pasear si no quiere sorpresas. Blancanieves es ama de casa en un hogar lleno de hombres. Las mujeres de los cuentos clásicos, o eran princesas o eran brujas malas.
         La parte más positiva es la segunda, y a ella se consagra la mayoría de las fotos: personajes de ficción más actuales. Niñas o mujeres de rompe y rasga, que las niñas y mujeres de hoy en día pueden tomar como ejemplo. Hay vida más allá de las manos del hombre.
         Por supuesto, nos encontramos con Mafalda, una niña contestataria que recela de los prejuicios; pero también está Dora la Exploradora, una auténtica heroína para los chavales del siglo XXI, capaz de enfrentarse con todo lo que se le ponga por delante. Pippi Calzaslargas, otra aventurera que nos fascinó a los hijos de la Transición... Mulán, que además de ser mujer pertenece a una raza no europea... Arenita, la ardilla combativa de los dibujos de Bob Esponja... Hermione Granger, que demuestra que una chica puede ser guapa, lista y arrojada... Mary Poppins, sí, porque supo enseñar los mismos valores al niño que a la niña... y algunas heroínas poco conocidas en España, como Qahera, que es musulmana y defiende a las mujeres víctimas de malos tratos.
         Hay también heroínas lesbianas y discapacitadas. Puertas psicológicas que se abren a la mente de las niñas. Alguna ausencia destacada, como Lisa Simpson, pero, afortunadamente, el número de heroínas va en aumento y se hace complicado elaborar una lista cerrada.
         Y no nos perdamos los mensajes. El Príncipe Azul destiñe... Llevo muchos años con dolor de ovarios como para que vengan a decirme qué hacer con ellos... y mi favorito: ¿Es tu media naranja, o es tu exprimidor?


         La exposición siempre le rinde homenaje a un hombre. En esta ocasión, al español Manuel Jalón. Un nombre que hay que buscar en la Wikipedia para saber que fue el inventor de la fregona. La prueba de que quienes mandaron durante siglos y milenios fueron los hombres, es que a nadie se le ocurrió pensar en algo tan sencillo como ponerle un palo al trapo de fregar y dotarle de un escurridor: ¿Para qué voy a perder el tiempo pensando en algo tan bobo como el fregar, que ni siquiera es cosa mía porque para eso están ya las mujeres?
         En resumen: una exposición digna de ver, amena, elegante, que nos hace pensar... y ayuda a concienciarnos a todos. Y a todas.

Una macabra escalera hacia la muerte


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