Los
-más que presuntos- atentados en el aeropuerto y el metro de Bruselas, cuyo
balance definitivo aún se desconoce en el momento en que redacto estas líneas,
me hacen precipitarme sobre las páginas del diario francés Le Monde, como he hecho
en otras ocasiones en las que la barbarie terrorista ha golpeado otras zonas de
Europa.
Os
adelanto que yo no tengo ni idea de francés, ni leo la prensa extranjera, pero
hoy en día los traductores de Internet hacen milagros; no quiero que esto
parezca postureo ;)
Voy
a hacer unas pequeñas reflexiones como periodista, no como analista político.
Por eso voy a prescindir, dicho con respeto, de las víctimas de los posibles
atentados, de sus causas, y me voy a centrar en la forma, no en el fondo: en
cómo debe reaccionar un medio de comunicación cuando se lía parda.
Cuando
se produce una calamidad como la que se está viviendo en Bruselas, Le Monde da información viva, en
directo, a través de su página web www.lemonde.fr.
Pero además complementa esta información con un chat en vivo, que se actualiza
cada pocos minutos, donde responde a las peticiones de información concretas de
los lectores; a lo que realmente le interesa a los lectores, además de las cifras
oficiales.
Por
poner algunos ejemplos, extraídos de su chat y pasados por un traductor
automático:
-Se habla
sólo de un solo atacante suicida, ¿se confirmó esto?
-¿Ha sido
reivindicado el ataque?
-¿Podemos
pensar que estos ataques se producen en represalia por la "captura" de
Abdeslam o estaban ya previstos?
En estos casos, al ser un diario francés que habla de un atentado en Bélgica, las preguntas no descienden a un nivel tan doméstico como el que pude leer, por ejemplo, tras los atentados de París de finales de 2015. En aquellos momentos, los lectores de Le Monde pudieron obtener información sobre aspectos como si la calle Tal estaba acordonada, o si se había suspendido la línea X de autobús. Cuestiones que para una persona atrapada en el cataclismo pueden ser vitales.
A
este respecto, quiero recordar la actuación ejemplar que tuvo la televisión
autonómica 7 Región de Murcia, y en concreto el editor Alejandro García-Villalba, tras los
terremotos de Lorca de 2011.
Como quizás
algunos sepáis, en aquella época yo era el corresponsal de esa televisión en
Lorca. A los pocos días, viendo lo perdidos que estábamos todos, le pedí a
Alejandro que me dejase incluir en los informativos pequeñas noticias
informando, por ejemplo, de que la farmacia de la calle Tal había prolongado su
horario hasta medianoche para atender a las víctimas, o que los asegurados de la
Mutua X tenían que entregar los partes de baja en las oficinas de la Mutua Z
porque sus oficinas de siempre estaban con alerta de derribo. Una información
que a lo mejor no procedía en una tele regional -¿qué le importará a un señor
de Cieza cuál es la farmacia de guardia en Lorca, y viceversa?-, pero que ayudó
realmente a los damnificados, prestando un servicio público. Y que creo que es la obligación de cualquier medio de
comunicación que quiera prestar un servicio: prescindir de escaletas de diseño
y bajar al barro, a los escombros, a ver cómo pueden echar una mano.
Como digo, Le Monde amplía el concepto de
"información en vivo" abriendo un chat donde se responde al instante
a las dudas concretas de los lectores, individualizando de hecho la
información... pero además tiene la prudencia de que esa inmediatez no vaya en detrimento de la calidad. Es decir,
por decirlo finamente, que no pierde el culo por dar cualquier rumor como hacen
otros más acelerados.
Fijaos qué
respuestas (insisto en que las estoy pasando por un traductor automático; de
ahí esa sensación de encorsetamiento):
-Por ahora,
no se puede establecer ninguna conexión entre la detención de Salah Abdeslam,
principal sospechoso de los ataques del 13 de noviembre en Francia, y los
ataques que se produjeron hoy en Bruselas.
-A pesar de
que la detención de Salah Abdeslam tuvo lugar cuatro días antes de los
ataques de hoy, nada nos permite decir en este momento que los eventos tienen
ninguna conexión.
Una lectora
impaciente les echa en cara esta prudencia, e indica que otros medios están
dando una información "más actualizada": mirad entonces el diálogo
que se establece:
-Su conexión
en vivo realmente va con retraso...
-Hola,
Julie; nosotros estamos publicando aquí sólo la información que recibimos y la
confirmación de nuestras propias fuentes. En el pasado hemos aprendido a
desconfiar, durante estos grandes eventos, de la información publicada por todos
lados por fuentes de menor reputación que la nuestra. Por lo tanto, nos
comprometemos a no entregar aquí nada más que datos confirmados, lo que en
efecto puede tomar su tiempo... Gracias por su comprensión.
Así debería
ser en todos los casos. No publicar nada
que no se haya confirmado a través de una fuente fiable y contrastar la
información hasta estar seguro de que es fiable.
O, si no es
posible, mencionar de dónde sale la información para que sea el propio lector
el que decida hasta dónde se la tiene que creer. Por ejemplo: "el concejal
de Seguridad de Bruselas dice que hay 12 muertos".
Claro que
esto no sale barato. A preguntas de un lector, Le Monde informa del dispositivo
que ha desplegado sobre el terreno:
-¿Tenéis
equipos en el lugar? Gracias.
-Hola, Cyr.
Nosotros contamos ahora mismo con tres periodistas sobre el terreno en
Bruselas: nuestros dos corresponsales, Cecile Ducourtieux y Jean-Pierre Stroobants,
además de nuestra enviada especial Florence Aubenas, que ya estaba en la capital
cuando ocurrieron los ataques. Otros dos periodistas van en camino.
Cinco
periodistas; dos de ellos enviados ex profeso y una tercera que ya estaba allí
y a quien sin duda habrá que pagarle alguna dieta, aunque me imagino que esa
compañera no se lo planteará.
Mirad: no hay buen Periodismo sin periodistas.
¿Es caro pagar cinco sueldos? Por supuesto; pero los lectores de Le Monde
reciben información en vivo; y no cortapegas interesados, apresurados, repetidos
o incompletos. Sólo esa diferencia ya le tiene que compensar a quien tenga una
empresa de comunicación, igual que a un buen carnicero le debe compensar vender
carne de primera, y no pasada.
Si pones a un solo periodista a hacer el diario
entero, le condenas al cortapega y a la noticia rápida. Por muy profesional que
sea. Tiene una hora de cierre, tiene cinco, diez, quince páginas
para llenar... y tiene que buscarse la vida.
Pero es que
aunque no sea por una cuestión de ética... al
empresario inteligente le compensa que su periódico vaya bien. Haciendo las cosas bien, con una buena plantilla y dando información de
calidad, te ganas a infinidad de personas. Tus lectores se multiplican;
publicar anuncios en tu medio saldrá más caro porque habrá más compradores
potenciales... y las nóminas se acabarán compensando.
De la otra
manera, a la tercera pifia y en temas tan gordos, la gente dejará de leerte; te
quedarás sin anunciantes, y acabarás teniendo que echar el cierre. Luego le
echarás la culpa a que "la gente ya no lee"... pero no, hijo. No te
leerá a ti, que eres un chapuzas y recortas en lo esencial: en rigor.
Personalmente,
la manera de actuar de Le Monde es un ejemplo profesional para mí. Ojalá
cundiera también el ejemplo entre los responsables de los medios de
comunicación, los que recortan alegremente buscando el beneficio inmediato y
cutre. Y entre los propios lectores: estamos viviendo tiempos en que cualquier
web, cualquier panfleto, es objeto de cita y de retuiteo. No buscamos que la
Prensa amplíe nuestras miras y module nuestro criterio; buscamos que confirme
nuestro análisis y refuerce nuestros prejuicios. Y así nos luce el pelo.
La calidad siempre será más cara que la cutrez, pero es el único secreto para perdurar en el tiempo. Desgraciadamente, vivimos en el pais donde imperan los comercios chinos y el pan precocido a 0,40.
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